sábado, 28 de mayo de 2011

1992. "La murga quiere mostrar que vive" Por José Torres

Diario Popular. Hechos de la semana. Buenos Aires, domingo 23 de agosto de 1992.La murga quiere mostrar que vive 
Por José Torres 
Domingo 23 de agosto de 1992, Buenos Aires. Diario Popular

Las murgas porteñas responden al llamado del bombo, se convocan cuando el bombo suena. Como en la época virreinal, con el retumbar bullicioso de los tambores negros, como a principio de este siglo, alojando en su seno a los inmigrantes despreciados por la oligarquía. Como cada carnaval de estos últimos tiempos, renovando año a año el ritual festivo y la magia de brindar alegría desde algún rincón de la ciudad. Las murgas acompañaron la historia de nuestro país, se formaron con él, y demás supieron de prohibiciones según el humor del gobierno de turno. En 1771 el virrey Vértiz, “restringió los bailes de carnaval a lugares cerrados para evitar los escándalos callejeros que producían los negros al toque del tambor”, relata “carnaval porteño, una historia en historieta que plasmó Enrique Breccia con la inspiración del murguero Coco Romero. Antes, mas alegres De la crónica histórica surge que los porteños en el siglo pasado eran mucho mas divertidos que en la actualidad, según el testimonio de un versificador de la época, quien cuenta que cuando “asoma el carnaval y no sosiega la gente. Adiós buenas costumbres y cultura. Hombres, mujeres, niños, viejos, mozos, prepárense a la lid encarnizada. Entonces ves raudales espumosos bajar desde las altas azoteas inundando las calles torrentosas”. “Al parecer el tema era tomado muy seriamente, porque en el año 1863 se dictó el Reglamento para Comparsas, que en su artículo 3ª postulaba que “en el Departamento de Policía se abrirá un registro en que se anotará el nombre y apellido de cada individuo que solicite usar careta, y la calle y número de su domicilio”. Pero en carnaval todo se podía. Ni Sarmiento se salvo de la burla de “Los Habitantes de la Luna”, una popular murga de la época que mandó a imprimir medallas de estaño con su caricatura. En 1901 se va asomando la murga picaresca y la copla de doble sentido, las que en los años 20 eran retratadas por Enrique González Tuñón con la siguiente frase: “el carnaval apareció en el suburbio vestido de arpillera. Una murga Rante, constituida por los herederos del compadraje, le Salió al encuentro redoblando en las latas vacías una copla picaresca aprendida en el baldío…”. A partir del 40 las murgas reas van tomando características especiales. Los instrumentos melódicos van desapareciendo, dando paso al bombo con platillo de bronce. Se mantiene la crítica social, la copla picaresca de doble sentido y el baile. Los herederos de esas murgas y comparsas de antaño, los murgueros de los 80-90, se reconocen en los versos del músico Alejandro del Prado, quien le rindió su homenaje en “la murguita de Villa Real”, se reunirán el próximo fin de semana (sábado 29 y domingo 30) en el Auditorio de la asociación de Trabajadores del Estado (ATE), de Belgrano 2533, Capital Federal. El motivo de este encuentro es la convocatoria efectuada por Coco Romero y el Centro Murgas “Yo lo vi”, para gestar el espectáculo “AGUANTE MURGA” del que participarán murgueros históricos del barrio de Palermo, titiriteros, pintores, la murga invitada “Los Quitapenas” del Centro Cultural Ricardo Rojas y algunas sorpresas más. Coco Romero, músico, titiritero e investigador de la cultura popular, quien fuera integrante del grupo “La Fuente” entre los años 78-83, explicó a HECHOS algunas particularidades del fenómeno de las murgas porteñas. Sostiene que “a pesar de la destrucción de los barrios, la MURGA está vivita y coleando. Existen personas que forman parte de la leyenda (como Nito Chadrés, como Nariz que fueron los precursores y han dejado elementos y rasgos que aporta a las agrupaciones carnavaleras actuales. Estos personajes reales viven la murga: suena un bombo y ellos vuelven a vivir…” La cultura popular a veces adopta estrategias de repliegue, de desaparecer misteriosamente y luego reaparecer por otros lados, con otra forma. Romero explica que “se da el caso que una murga se separa y se forman dos y de ésa se forma otra más, y así se reproducen. Lo que se da ahora es la unión generacional, y además, a partir de la democracia apareció la mujer, y la murga dejó de ser machista. Nuestras murgas tienen 100 integrantes, donde están mezclados los maletas y los buenos. Su dinámica siempre ha sido un esquema de un cancionero: la presentación, en el medio la crítica y después, la retirada”. Toda esta gente forma parte de una teatralidad callejera, no estudiada ni aprovechada. “Hay cientos de canciones que no han sido jamás grabadas, que se transmiten oralmente, y que al morir cualquiera de los grandes murgueros, se pierde para siempre”, señala. En la actualidad exciten en Capital Federal 8 a 10 murgas que van fluctuando en sus apariciones públicas y que cuentan con distintas experiencias y trayectoria artística. “ Los Mocosos de Liniers”, “Los Caprichosos de Liniers”, “Los Viciosos de Almagro”, “Los Elegantes de Palermo”, “Los Herederos de Palermo”, “Los Elegantes de la Paternal”, “Los Mimados de la Paternal”, “Los Fantoches de San Cristóbal”, “Los Reyes del Movimiento de Saavedra”, “Los Curdelas de Saavedra”, “Los Ases de Villa Soldati”, el recorrido es colorido y en él siempre dicen presente los más tradicionales barrios porteños. Aguante… Coco Romero cuenta que preparó un guión sobre unas reflexiones que hay entre la Muerte y el Murguero, tomado de la cuentística popular. Confiesa que desde que es pibe siempre escuchó que la murga se murió, que no existe, pero se empeña en desmentir esta versión con el siguiente relato: “La Muerte como siempre viene a buscar a la Muerte y ésta le presenta batalla con el bombo. Algún cantor, el baile, un poema, lo mismo da, todo es bueno para ahuyentarla. Mientas suene un bombo. Que es como el latido de un corazón, esto sigue… AGUANTE MURGA”. Aclara que “cuando uno está ocupado haciendo cosas, la muerte se va a buscar historias más resignadas. Si la murga está en acción, esa es la mejor pelea para que la MUERTE no se la lleve…” y no le falta razón. Señor Vecino, por favor, afine su oído, tal vez un bombo con platillo esté sonando en el barrio. No se resista a la magia de su llamado.

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