domingo, 6 de septiembre de 2015

2005 Alegres mascaritas por Coco Romero (a propósito del disfraz)...

Yo digo Revista Viva febrero 2005
Enero 2005
Yo digo
Alegres mascaritas
El disfraz disimula, se desprende  de su yo habitual y se hunde en ese mundo extra cotidiano, para espantar el miedo, ocultar el verdadero ser para actuar como otro, despistando, se sumerge en las aguas festivas del derroche y la alegría, liberando lo ridículo y lo grotesco.
El disfraz no tiene distinción de edad ni tiempo, la niña viste ropas de abuela, o el hombre luce pañales de bebé. La historia ha dejado las figuras antropoides de la edad de piedra, los coros de actores disfrazados de ranas o pájaros para las comedias de Aristófanes o gigantes del reino fantástico y diabólico.
En Buenos Aires desde la década del 30, por medio de edictos y prohibiciones varias, se fue perdiendo el carnaval en la calle y también el disfraz. Nuevas costumbres sociales lo fueron desplazando.
Las modas impusieron lo suyo, a fines de los 60 ya se hablaba del carnaval cotidiano. Los jóvenes ganaban un lugar oficial en la sociedad, navegaba por entonces un Submarino amarillo, mientras sonaba Banda de los corazones solitarios del sargento Pimienta.
En la democracia, la declinación de la fiesta dio paso a micro carnavales, que estallaron y se celebraron en otras fechas, el ritual busco otros horizontes.
Un carnaval sin disfraz en la calle, no se concibe, es la pieza clave. En la última década se ganó una batalla para sumar al festejo porteño, una multitud de jóvenes, varones y mujeres, ganaron a través del disfraz  de murgueros, territorios donde recuperar lo sagrado utilizando la experiencia corporal y el reencuentro.
El colectivo murga además de cantar y bailar luce su disfraz, en algunos casos preparados en forma casera por la costurera del barrio y decorado por sus  integrantes, dando un toque personal y característico. Cuando la se mana que viene asome Momo, saldrán a la calle con ganas de ser parte del tiempo insólito e inesperado. La frase que el carnaval ha muerto, desaparece cuándo el disfraz gana la calle. Sobre el tema hay mucha tela para cortar.


Coco Romero es músico, tallerista e investigador del Carnaval, coordina el área “Circo, murga y carnaval” del Centro Cultural Rojas UBA. Dirige el coro “La Matraca”.

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