miércoles, 7 de octubre de 2020

1999. La murga: una gran metáfora de encuentro. La Palabra- Rafaela


La Palabra 
Rafaela, sábado 27 de febrero de 1999. Prov. Santa Fe. 
El invitado 
La murga: una gran metáfora de encuentro 
Por Coco Romero- Director del taller de murgas del centro Cultural R. Rojas 
(Buenos Aires) 
Carnaval urbano 
¿Por qué en estos años se habla más del carnaval urbano? Esto obedece a distintas razones. Una fundamental es la toma de este espacio por parte de los jóvenes, una fuerte influencia que hubo de algunos grupos de llegada masiva, llámese “Los Auténticos Decadentes”, “Los Piojos”, “Divididos”, entre otros, quienes hace unos años comenzaron sus recitales poniendo murgas. Esto me parece que ha facilitado la comunicación de un fenómeno de raíz tradicional en el folklore urbano con los jóvenes y las nuevas tribus de la ciudad.

En la ciudad de Buenos Aires la modalidad de taller ha permitido abordar el tema de la murga desde otra perspectiva, ya sea incorporar una lectura ligada a lo artístico y revalorizar la poética, la plástica, la música y una fuerte mirada hacia lo artístico. En estos años he tratado de desarrollar la idea de que si el carnaval no toma ese camino es difícil que pueda crecer, porque lo artístico le da un peso, una posibilidad de seguir entrando como ha pasado en otras comunidades, en Uruguay, Bolivia, o en donde sea, el carnaval es un festejo popular y al mismo tiempo masivo y es una industria cultural también.


Valores culturales de la murga ciudadana

Básicamente es esta posibilidad de trabajar en conjunto. En otras modalidades de murga en décadas pasadas, el discurso era distinto, en donde la estructura de poder era más vertical. A veces dos personas tenían la idea de la murga o el nombre de la misma y la sacaban; en cambio en estos momentos los jóvenes tiene otra lectura del poder, más horizontal –aunque naturalmente surgen líderes -, pero esto permite a veces una comunicación distinta y un lugar de expresión que es importante.

Me he animado a decir que la murga sería como una gran metáfora de encuentro generacional, con un fenómeno que era propio y que estaba dormido, un encuentro interesante con respecto al cuerpo. La recuperación de los parches a través de los jóvenes da también esta posibilidad de un despertar con toda la gestualidad corporal, que digamos desde la democracia en adelante y un poco antes también, aparecieron esos espacios en los que se cultivaron danzas, afrocubanas o afrobrasileras y esto ha permitido una nueva forma de ver el cuerpo.

Creo que es distintivo en la murga de capital federal en donde el baile siempre ha sido un elemento importante, el baile del murguero es un baile individual, personal, no tan ligado a lo coreográfico, al conjunto y esto está asociado a esta recuperación mencionada.

Este fenómeno obedece a la difusión masiva por un lado, aparece un videoclip y puede verse de punta a punta en el país, cosa que ocurrió con el bendito videoclip de “Los Auténticos Decadentes”, ellos invitaron en el tema Tuta tuta a algunos bailarines viejos de murga, algunos murgueros jóvenes y esto difundió por todo el país para dar un pantallazo sobre este tipo de baile especial que tiene la murga.

Lo más importante es que la murga ha nacido con grupos que crecieron bajo el paraguas del carnaval.
La falta de carnaval en la época de la dictadura, en que sacaron el feriado y eso provocó en la comunidad una lectura casi de olvido, y también por cuestiones sociales, de costumbres de la vida moderna, la desaparición del barrio, de lazos, de conocer al vecino; todo eso influyó en buena medida a la desaparición del carnaval.

Este gran teatro de la calle tiene una posibilidad infinita de poder manifestar, teniendo en cuenta que nuestras comunidades están llenas de gente que sabe hacer cosas hermosas, y pocos son los espacios y las fiestas en donde esto se puede poner en escena.

Con la palabra y el cuerpo

La murga ofrece la palabra y el cuerpo, es la posibilidad de mezclar la cabeza con el corazón, a veces al pone mucho el corazón nos han dado un palo en la cabeza. Considero que se puede tener una estrategia de sobrevivencia de poder llevar adelante los sueños y trabajar en consecuencia.

Siempre viene a mi memoria el recuerdo del siglo pasado en que los negros tenían sociedades de socorros mutuos, pienso que la murga generacional ofrece bastante de eso; también ofrece refugio a esa desaparición del barrio, porque uno de última añora estar con gente, como las tribus urbanas que han encontrado en la simbología, en esta gestualidad, una forma de ser y de comunicar.

En Buenos Aires se está dando un fenómeno muy fuerte, casi está avanzado un “murgódromo”, en donde me han ofrecido ser responsable de la producción artística. Hay muchos corsos, las murgas – mas allá de las internas naturales de los grupos viejos y los grupos nuevos, las murga de taller o las murga de barrio -, se han juntado durante estos años, han hecho marchas para la fecha del carnaval, tratándose básicamente que se levante la prohibición y que haya una lectura social distinta sobre el tema.

Este año hay una voluntad de hacer muchísimas cosas, pero la sociedad no tiene en cuenta esto, está como medio dormida, pero hay una movida interesante. Tenemos como sesenta agrupaciones, de distinta antigüedad, calidad y origen, pero de alguna manera han hecho actuaciones una vez por mes y esto permite ir ajustando aspectos artísticos desde cantar mejor hasta afinar mejor los instrumentos. Este tipo de cosas que sólo lo da la práctica.

Soy un convencido de la recuperación de este espacio, creo que hay que trabajar mucho, pero como en este momento hay una movida grande y esa posibilidad de integración de generaciones y la posibilidad de que los chicos jueguen a la murga, me parece que es como un buen dato.

El carnaval de fin de siglo


Pareciera que el fin de siglo va anunciando como un gran cortejo de las artes o un gran cortejo expresivo importante. Ese modo de plantear el hecho artístico y ser observador es como una necesidad de la gente que va a un lado del grupo y se pone a bailar. Eso me parece que esta diciendo cosas de este fin de siglo que nos encuentra así en una sociedad absolutamente desconfiada no muy esperanzada, pero van surgiendo estos nuevos lazos, que tienen otros condimentos, a veces es la alegría o la liberación de un tipo de energía que genera otros lados de comunicación y otro lugar en la sociedad que nos toca vivir.

Con la revista “El Corsito” cumplimos los cuatro años, pienso hacer un baile de disfraces, estoy por sacar el disco que se va a llamar “La sopa de Solís”, que está dedicado al barrio del Once, es un aguafuerte de lo que pasa en esa plaza que es metáfora de lo que pasa en esta ciudad y en el país. 

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