lunes, 16 de diciembre de 2019

2005 La Madrid reportaje a Coco Romero de Emilio Moriones

En los últimos veinte años se dejó llevar por la magia circense, la vitalidad de una murga y la tradición carnavalera. Es músico, docente e investigador. Visitó La Madrid, dictó un taller y habló de un dispositivo social. "El carnaval que se viene es el que van a llevar en el ánimo los pibes que están danzando en el país".
Emilio Moriones / Agencia

Coco Romero ha recorrido el país y una porción del mundo antes de convertirse en un referente cultural de los más importantes que tiene el país. Incansable, ha recopilado la historia carnavalera, se ha parado en el centro del escenario murguero y a través de la música, la docencia y la investigación logró forjar un legado que acumula dos décadas de trabajo ininterrumpido.

Símbolo en su género, Coco (Gualberto Elio Milagro es su nombre original) estuvo en La Madrid, dictó el taller de murga que organizó la subcomisión de fútbol menor del Club Deportivo Barracas y un rato antes de marcharse compartió unos mates con esta Agencia en medio de una charla con disparadores sociales que pueden transformar la realidad. Algo de eso comenzó a notarse de entrada.

"Primero fue una diversión de la infancia, después empecé a tocar la guitarra a los 15 años y cuando formé el primer conjunto más o menos con un trabajo formal y serio en todo el Proceso Militar compuse una canción dedicada a ese pedazo de la infancia: 'eo, eo, eo, eo dónde fueron los murgueros; eo, eo, eo dónde fueron a parar'. Con el grupo habíamos desarrollado un trabajo de base muy fuerte, entonces llegamos a Vélez Sarsfield, a Obras Sanitarias, grabamos en los estudios de los Vitale, y de repente nosotros tocábamos esta canción y naturalmente aparecían pibes que se ponían a bailar. Durante toda la etapa de "La Fuente" tuvimos siempre una murga de pibes autogestiva de los recitales. Pasado el tiempo ya era como una barra, tocábamos en un lado y le teníamos que dejar espacio a los veinte o treinta que se autodenominaban 'la murga de La Fuente'. Cuando terminó esa experiencia hice un viaje por todo el norte del país recopilando datos del carnaval y cuando volví a Buenos Aires, en el 84, dije 'murga', así arranqué hace veinte años, formalmente".

-Docente, investigador, compositor, músico, ¿qué más es Coco Romero?


-Me gusta mucho la animación cultural, es interesante. Hace muchos años que estoy en el (Centro Cultural Ricardo) Rojas y me ha permitido tener presente la gestión cultural. Coordino un área que se llama Circo, Murga y Carnaval y dentro hay de todo: malabaristas, talleres integrales, varieté, mimos; es como un semillero para que sigan surgiendo cosas. La investigación casi está terminando formalmente con el libro sobre la historia de la murga en Buenos Aires, que creo va a salir el año que viene, y la música es lo que más me gusta, a lo que más energía le pongo y más placeres me da.

-El ritmo latinoamericano.

-Sí, de todas maneras estoy como... el tema es así: una vez estuve con el dueño de la mejor imprenta de Buenos Aires, el tipo hace charlas, es muy capo, y me dijo 'mire, usted tiene que decir murga y tiene que estar ahí'. Puse un dispositivo en esa dirección, porque es medio difícil lograr un espacio con la murga en una sociedad como la nuestra, pero sin embargo trabajando desde la educación, desde la producción de videos y la edición de discos se armó y al mismo tiempo la universidad me permitió un espacio que mirando el pasado ha sido fundamental. Intenté estar en un programa de cultura de los barrios para desarrollar mi proyecto y no tuve eco, pero fue importante que lo tuviera dentro del campo universitario. La gente siempre sabe que vos estás ahí.

-¿Cuánta gente hay prendida en esta movida cultural?

-Hay una movida media subterránea muy masiva. Por ejemplo, en La Plata las marchas más grandes que hubo fueron de murgueros, en la Capital hay doscientas murgas, es una barbaridad, y el fenómeno se extendió: Rosario, Córdoba... Hay una movida de las murgas y al mismo tiempo hay páginas de Internet y agendas murgueras, una comunicación bastante importante.

-Es interesante analizarla como forma de vida. Esto va mucho más allá de un simple taller, está claro que es más amplio que eso.

-En realidad lo que se ve de afuera es que estoy muy identificado con la murga, pero la realidad es que mi trabajo está mucho más ligado a la gestión. Los pasos más importantes los fui dando a través de viajes, estuve en Uruguay, Brasil, Bolivia, México, Cuba y España investigando el carnaval; todo me fue ajustando el cerebro porque fui viendo que el carnaval era un dispositivo interesante...

-Como disparador...

-Buenos Aires tenía agrupaciones muy imponentes e importantes que prácticamente eran el carnaval transportado de los europeos y en realidad cuando eso se analiza con el tiempo quedaba a la vista un drama de la sociedad. Esa gente venía acá queriendo estar de alguna manera y se ponían ese carnaval encima y competían con los 'negros' o los grupos gauchos de acá. Borrada esta cuestión por el desarrollo de la sociedad de repente las murgas se han convertido en herederas de todo ese derrotero. Para mí, la murga hoy pone algo más en escena que un baile. Hay grupos más ortodoxos, otros que no quieren estar con la Municipalidad ni quieren cobrar una entrada, grupos que hacen estrictamente trabajo social. La murga es una extensión para juntar a la gente y dar alternativas. Un chico empieza a tener el tiempo ocupado y después comienza a educarse en ese espacio: primero baila, después canta, piensa un tema y se mete en un clima más de creatividad que de tiempo perdido, entonces eso genera un disparador, que no es una murga que va a subir al escenario y va a ser profesional. La murga es un dispositivo independiente, libre, que ha tomado a la juventud en todo el país, excepto en las regiones donde el folklore es totalmente distinto.
"Todo por hacer"
-¿Cómo influye la situación social?

-Se siente, pero al mismo tiempo hay como una cuestión de lo general. Las sociedades están tendiendo a que el hombre no haga nada, si uno mira todo el día televisión no sale a la calle. Entre el cable, el miedo que ya está instalado y el lío para mantener a la familia prácticamente nos convierten en un hongo. Estos dispositivos son una alternativa, el mundo es un reverendo lío, pero la gente puede juntarse y transformar la realidad...

-Al menos aislarse por un rato...

-La frase de la inmigración nosotros bien la podemos tomar: 'está todo por hacer'. Ahora eso necesita una evaluación y una discusión, digo que si cien tipos se ponen de acuerdo se arma un desastre. En Buenos Aires hicimos un desastre de nada, fui y toqué la puerta de un Centro Cultural y me dijeron que le metiera para adelante. Pasamos de una meseta de diez murgas a doscientas, fue trabajo nada más y ponerse de acuerdo con gente.

-¿Por qué este tipo de movimientos culturales subsisten más a pulmón y pocos se animan a poner plata?

-El poder lo compra todo. En el año más importante de la murga me llamaron del Parque de la Costa para que montara un carnaval. Me pagaron lo que pedí, un delirio, monté un espectáculo con los bolivianos, con máscaras venecianas, con todo... es decir que el poder lo compra, el poder si quiere te hace un corso, pero no le interesa hacerlo, te lo pasa por televisión para que no haya comunicación.

-¿Qué es lo que nunca deja de decirle a sus alumnos?

-Creo que la alegría es una herramienta de trabajo, el optimismo es fundamental. Lo que tiene la murga es un baile absolutamente vital, agiliza, saca una energía y eso tiene que ser aplicado a la vida misma. Generalmente cuando hago los talleres lo que menos me importa es que la gente haga murga toda su vida, porque cuando fui chico me permití otra cosa. La murga puede ser un puente o algo en sí mismo. En los talleres hay que estar atento, para algunas personas sirve como un dispositivo, después volarán donde tenga que ser. Siempre es una instancia de crecimiento y de relación con lo social.

-Y la alegría es una herramienta, algo así como experimentar el carnaval toda la vida.

- En realidad lo que planteo es que la sociedad está carnavalizada, entonces es como que la fiesta es poderosa por momentos y después se contrae. El carnaval toda la vida no se puede sostener, pero sí el optimismo del trabajo. Vengo desde hace muchos años y para mí es una educación, más allá de que vengo hace más de 13 años lo interesante es lo que uno aprende, es lo interesante del concepto de taller. Un venezolano decía buscaba el carnaval en los pueblos donde no existe, para mí fue una frase muy importante, porque me gustaría encontrar ese espacio tapado, pintado, oculto o distinto de un pueblo.

- Un desafío.

- Exactamente. Después lo encontrás y es una especie de samborombón en el que uno debe elegir qué hacer.

-¿Se ha dado cuenta de la magnitud de su trabajo? Es una figura central dentro del movimiento. Un referente cultural.

-Hay que tener cuidado. Estoy en un retiro total, porque para mí lo interesante es permanecer. En los discos eso está claro, en mi carrera musical saqué 'Murga, vuelo brujo", "La Sopa de Solís" y "Pacha Momo" y quien quiera entender la búsqueda va a tener que escuchar esos discos. Uno debe buscar la manera de permanecer y al mismo tiempo no quedarme como un viejo. No me puedo quedar en ese carnaval que ya no existe más, el carnaval que se viene es el que van a llevar en el ánimo los pibes que están danzando en el país. Uno tiene que saber reciclar lo que sabe con lo que viene, sino queda como un viejo loco con un bonete y soñando con un carnaval que nunca va a venir.

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