UNA FIESTA INTEGRADORA
Considerada la fiesta de las fiestas atraviesa los tiempos y llega al territorio americano a través de la conquista, se transforma, crece y se mantiene hasta la actualidad.
Los estudiosos citan la autorización a los bailes de máscaras ordenadas por el gobernador Vertíz a comienzos de 1771.desde entonces el orden establecido reitera sus quejas y ronda la prohibición sobre el reino efímero del mundo dado vuelta.
La negritud dejaría sus huellas desde entonces, las distintas naciones aprovechando la posibilidad de encontrarse en la calle, liberan sus cuerpos y dejan instalada su fuerza en el folklore del carnaval rioplatense, la población juega con agua en recipientes de variados tamaños, y vuelan los huevazos de avestruz llenos de líquidos de distintas clases.
Tronaba el cañón en época de Rosas para dar comienzo a la fiesta que se convertía en una guerra campal de vejigas vacunas llenas de aire que golpeaban a los transeúntes.
El primer corso oficial del carnaval porteño se realiza durante la presidencia de Sarmiento en 1869, devoto de la fiesta (fue nombrado Emperador del carnaval por la comparsa Los Habitantes de Carapachay), plantea que toda fiesta es educativa.
Durante el reinado de Momo (deidad alegórica echada del Olimpo de los dioses por criticar) se pone en escena la historia de nuestra comunidad, la utopía de la igualdad, inversión de los roles, la parodia, libertad corporal, burla, la diversión, las chanzas. Conviven los disfraces de los gauchos con distintos tipos traídos por la inmigración, trajes renacentistas, personajes de la Comedia del Arte y el baile de mascaras recreado por los románticos reciben entre serpentinas e inocencia la modernización.
En la actualidad, en la Argentina prevalecen regiones, las más fuertes pero no las únicas, son las del Noroeste con la potente tradición andina, el Litoral con influencia afro brasilera y su camino hacia el carnaval espectáculo, y en el Rio de la Plata los jóvenes presentes a través de la murga mantienen encendidas las luces del eterno carnaval, refugiado en la Ciudad autónoma y alrededores en un movimiento inquieto y buscador de su identidad.
La murga, heredera actual de las agrupaciones que dieron vida a la fiesta desde la Colonia, corporiza desde los primeros años del retorno al sistema democrático una re significación de la celebración prohibida y se perfila como un género artístico que busca su permanencia y marcha por su vuelta.
La lectura del carnaval resulta difícil y compleja, en su real dimensión. El extenso territorio Argentino, la variedad geográfica, con sus formas organizativas no articuladas a nivel nacional (falta de una política cultural), el decreto 21.329 de 1976, que prohíbe su aparición en el calendario festivo argentino, son algunas de las causas que han generado a lo largo de décadas una falta de experiencia festiva, que no permite la puesta en escena real y consciente.
Siendo el carnaval la fiesta más integradora de los lenguajes artísticos e identitarios, y que el pueblo se regala para sí, desde un niño disfrazado de diablito en la Quebrada de Humahuaca (Jujuy) a un murguero danzando a orillas del Rio Quemquemtreu (Rio Negro).Apuesto a que se genere en su tiempo y espacio la integración para celebrar una fiesta única y original.
Es músico e investigador del carnaval. Grabó seis CD, ha realizado viajes de investigación a Brasil, México, Bolivia, España, Cuba. Escribió La murga porteña. Historia de un viaje colectivo. Dirige El Corsito, publicación dedicada al carnaval, producida por el C.C. Rojas de la UBA.
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