domingo, 17 de marzo de 2024

2024. Claudio Kleiman recuerda a “La Fuente”. Texto de la reedición digitalizada de los LP.

2024
Salieron los discos de “La Fuente” en CD
Claudio Kleiman 
recuerda a “La Fuente”.
Texto de la reedición digitalizada de los LP.
La Fuente (1981)- El grito primal (1983)

Vuelvo a escuchar a La Fuente, y el corazón comienza a latir más fuerte. Los recuerdos se arremolinan: bellos, y de los otros. No por la música, claro, que siempre fue luminosa, llena de vida. Sucede que resulta imposible separar a La Fuente de la época en que florecieron y crearon este puñado de canciones que ahora ­ felizmente- vuelven a reeditarse en formato digital.
El grupo debutó "oficialmente" (previamente habían tocado en MEEBA) en un recital inolvidable, en el Centro de Artes y Música, en el invierno de 1978. Un invierno que helaba las almas, sembrado por las muertes y la represión
del "Proceso" - o para decirlo más claramente -, la Dictadura más sangrienta que haya conocido la historia de este país. En medio de ese panorama desolador, Coco, Uki y Andy (a los que al poco tiempo se les uniría Onfel como miembro estable), concibieron una música que era casi un antídoto contra esos males: canciones plenas de belleza, con melodías sinuosas y arreglos puntillistas, con una poesía metafórica pero cuyo mensaje era de cristalina claridad, y un conglomerado de influencias musicales con pocos precedentes ­ si es que alguno- en nuestro medio.
Allí convivían en pacífica armonía folklore argentino y latinoamericano, música medieval y renacentista, folk y huaynos andinos, murga rioplatense y bossa brasilera. Todo enmarcado por unos arreglos de voces de un vuelo inusual, que se convertirían en uno de sus sellos distintivos, eludiendo la formalidad de los grupos vocales "de polera" y transmitiendo en cambio una vibración cósmica. Eran voces que estaban conectadas con verdades profundas, con un conocimiento oculto y perseguido, trazando un hilo desde los habitantes originales de esta América hasta los jóvenes idealistas que adoptaban el arte como forma de resistencia a un presente funesto.
La poesía era una de las claves de La Fuente, como un código compartido entre músicos y público. De sus canciones más aún ahora, escuchadas con la perspectiva que da el tiempo- emerge un panorama que sitúa los protagonistas sumidos en una noche oscura, pero donde siempre se vislumbra una esperanza, la ansiada luz al final del túnel: "Oh, amigos quiero estar con ustedes/en el borde de este carrousel/con caballos de alas de viento/que nos tiren a salir de él"; "En esta prisión de días/veo una mañana", "Este grito ahogado que se va expandiendo/por miles de gargantas como luz".
Esa poesía no eludía el testimonio, aunque necesariamente debía dar un rodeo poético para dejar constancia de la realidad. Quizás la canción que mejor ejemplifica esta faceta es "La Vaca Soñada", cuya metáfora resultaba tan clara que debieron esperar al segundo LP grabado ya en los albores de la democracia- para poder registrarla.
La Fuente era, además, mucho más que un grupo musical: a su alrededor se nucleaba una verdadera comunidad de almas inquietas, que se ocupaban de la gráfica, las luces, la escenografía, haciendo de cada concierto un acontecimiento integral, un evento creativo. Aunque por suerte tenemos este disco como testimonio de algunas de sus mejores canciones (y digo algunas porque hubo un numeroso repertorio que quedó inédito), era en los recitales donde la magia de La Fuente se corporizaba. Allí se producía la verdadera comunión entre el grupo y su audiencia, que se manifestaba desde un silencio atento hasta el desenfreno del baile colectivo cuando llegaban temas como el "Huaynito" ¿Cómo olvidar las nubes de tierra levantadas por una multitud jubilosa en aquel "Festival Pan Caliente" del Estadio de Excursionistas?
El tiempo pasa, las canciones quedan. Hoy son otras las circunstancias, pero seguimos viviendo tiempos difíciles. En un reportaje que les realizara para la recordada revista "Expreso Imaginario" en noviembre de 1978, Coco decía: "No imaginamos que vamos a cambiar nada, pero pensamos que es necesario dar chispazos en Buenos Aires. De repente, durante la luz de ese chispazo, alguien zafó".
Fuimos muchos los que zafamos escuchando la música de La Fuente. Para quienes los disfrutamos en su momento, para quienes los descubren ahora a través del disco, estas canciones pueden volver a encender los corazones.
Porque el arte legítimo es atemporal. Y la verdad, siempre vive escondida.


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