lunes, 21 de marzo de 2016

2013. Tantos años de orejón / nos dejaron en la vía / te la vamos a cobrar/ toda junta y con el IVA- POR NATALIA PÉREZ


Comparto esta nota realizada por Natalia Pérez para el diario Tiempo Argentino



“TANTOS AÑOS DE OREJON NOS DEJARON EN LA VIA”

El artista recuerda las letras de las canciones que cantaban cuando los militares quemaban libros. Un recorrido por los tiempos de dictadura y de democracia. Su compromiso y su reclamo por la gente que aún está afuera del sistema.

Por qué Coco Romero
Coco Romero es murguero, es Investigador de la murga, expresión popular por antonomasia que él convirtió, desde los escenarios, en un arma de resistencia cultural en plena dictadura. Luego con el advenimiento de la democracia, desde los talleres del Centro Cultural Ricardo Rojas, preservó viva la memoria de ese género ligado al Carnaval y crítico por definición, que los militares habían suprimido por decreto. De esos talleres salieron murgas emblemáticas como Los Quitapenas. El florecimiento actual del movimiento murguero, sin duda, tiene su semilla en la labor de Romero.

-Cómo investigador y artista de la murga, ¿qué significan para vos estos 30 años de democracia?
-Son significativos porque permitieron concretar lo que soñamos. Yo me fogueé en la dictadura y lo que hoy digo es lo mismo que sostenía cuando era joven. Casi todos los temas coyunturales son los mismos que estaban presentes en nuestras letras entonces, en plena dictadura.
Durante la dictadura vos tuviste un grupo musical.
-Si, formábamos parte de un movimiento cultural muy grande. Armamos con unos amigos un grupo llamado La Fuente con el que cantamos desde 1977 hasta 1983. En el repertorio del grupo estaban los desaparecidos, la murga, los pibes de la calle El trabajo social con los curas de las bases que desembocó en trabajos muy grandes.
Y eso nos salvó la vida en términos de que yo sé lo que hice en ese momento. La sociedad estaba matando a nuestros hermanos, amigos, hijos y mucha gente lo sabía, nosotros también y tratábamos de cantarlo. Esto fue un trabajo bastante arduo en términos sociales.
-Supongo que no debe haber sido fácil hacer eso en plena dictadura, lo mismo que no fue fácil para el rock.
-El rock hablaba de Las Malvinas, pero estaba en otro tema, esto es así. Cuando tocábamos nosotros, los pibes que nos seguían tenían que volver a su casa prácticamente escondidos. O cuando cantábamos con la murga en algún festival de Pan Caliente, por ejemplo. en la cancha de Excursionistas, mientras cantábamos pasaban los furgones del Ejército dando vueltas.
¿También tuviste un gran trabajo social en las villas, no es así?
-Si, fueron años de trabajo con la Iglesia, por ejemplo, con los curas villeros de la Virgen del Buen Viaje con Jos quemamos La pasión según SanJuan que fue un evento muy importante en la cancha de Vélez. Así que para nosotros la época de la dictadura fue una etapa de mucho laburo social. Fue un momento de mucha honestidad con nuestros valores y con lo que hacíamos. Me sigo encontrando con los jóvenes que nos seguían y están agradecidos y yo les estoy agradecido a ellos. Sin esa conexión no hubiésemos podido vivir, porque si uno ve algo y no hace nada, tiene una carga en el alma. Entonces estos 30 años me recuerdan que yo empecé a reivindicar la murga como una herramienta de resistencia cultural en plena dictadura, Los milicos prohibieron el carnaval y yo empecé a romperle la paciencia a la familia, a los amigos a todos los que me rodeaban con ese tema.
-Y con el advenimiento de la democracia pudiste darle un nuevo empuje a ese arte popular.
-Lo que me permitió la democracia fue la construcción real de ese imaginario. Porque una cosa es la idea y otra es bajarla a tierra y concretarla. En estos 30 años la democracia permitió que se abrieran espacios como el Centro Cultural Rojas, donde trabajo desde el '88.
- ¿Qué trabajo realizaste en estos 26 años en el Rojas?
-En estos años armé murgas, investigué, escribí libros sobre el tema, viaje por el país en una tarea de difusión. Me resultó interesante la mezcla entre la cultura popular, los ideales, que se hizo posible en espacios como este. Había mucho que trabajar y me dediqué a hacer todo lo que no había sido posible en el momento de la represión.
-Es decir que la democracia te permitió concretar tu sueño.
-Sí, pero tampoco hoy vivimos en una democracia perfecta. Hay dictaduras que siguen, como la de la violencia, como la dictadura de los que oprimen porque tienen mucho más dinero que otros, la dictadura de los ricos. Hay una democracia en lo formal, sí, pero no es una democracia verdadera porque hay gente que todavía está afuera del sistema Cuando éramos pibes nos dolía que los militares quemaran libros, nos dolía de verdad y decíamos (canta): "Tantos años de orejón/ nos dejaron en la vía/ te la vamos a cobrar/toda junta y con el IVA”. Esto lo cantábamos en plena dictadura. "La vaca soñada" fue como un himno del grupo. Una parte de la canción decía: "Soñaba anoche un sueño irreal/ extraña premonición/ yo estaba solo en el corral/y rumiaba mi verdor. /Y llega ron ellos, /me llevaron en un camión escribieron las marcas que me dejó el fuego con indiferencia de nuevo/ junto al rugido del motor Hoy me pregunto qué diferencia hay entre una vaca y yo... Nosotros cantábamos esto y fuimos soporte de Spinetta, Vox Dei, Manal y vinieron los milicos y los servicios a decir que no teníamos que cantar esa canción. La cantábamos igual. Si no cantábamos, no sabíamos vivir. El rock en ese momento no se metía con lo social.
- ¿Cómo fue el trabajo con la murga respecto de la movida del rock?
-Para nosotros fue un tema arduo. Al rock no le sonaba la murga al principio. Las mezclas las trajo la democracia. En democracia vino, por ejemplo, el "Tutá Tutá", o la introducción de "Matador" con los Cadillacs, o la murga de "Verano del 92 de Los Piojos, y el gran cierre con Momo Sampier de los Redondos de Ricota.
-Hoy el movimiento murguero pareciera estar en una meseta.
-Está en una meseta porque ahora instituido el carnaval, aparece una nueva plataforma en la que hay que barajar y dar de nuevo y entonces se necesita una política de Estado. Y eso no se hace de un día para el otro. Las murgas se han convertido en un motor, pero la murga no es el carnaval. Hay una meseta natural. Los grupos todavía están trabajando a pulmón, los grandes talentos de cada murga buscan refugio en el rock o en otras corrientes musicales. Hay un corrimiento porque no hay nada instituido. Es difícil mantener el fenómeno. No estoy hablando de la profesionalización sino de cómo cuidar esos espacios para encauzar la energía de los jóvenes para que no se pierda. Si se hace todo a pulmón, es difícil mantener la movida.
- ¿Cómo fue tu historia con la murga durante la infancia?
-Desde pibito iba a la murga. Soy del "aluvión zoológico", mi madre me trajo chiquito para acá. Madre de los valles, padre de la montaña, abuelos y bisabuelos salteños. Aquí fue Coghlan, Belgrano R. Villa Urquiza. Yo viví la murga como la última bocanada de fines de los '60 en los barrios. En carnaval hacían murga. En el '66. '67 los chicos salían a la calle a hacer murga porque esto formaba parte de la cultura barrial. Yo soy una persona fogueada en el rock, fui plomo de la Pesada del Rock and Roll y Papo's Blues y aprendí a tocar mirando. Después me metí más en la música, pinté, hice Bellas Artes. Me tocó la colimba en el 76 y cuanto salí me dediqué a la música. Pasé todas las que hay que pasar porque hice la colimba en el Regimiento 3 de La Tablada en plena dictadura. Luego, decidí abocarme a lo artístico y musical, y ya me metí de lleno en la murga como una utopía, con la idea de la libertad de los cuerpos y las ideas. Me cautivó. Hubo cosas de la dictadura que me pegaron hondo como la quema del teatro El picadero, cuando se hizo Teatro Abierto. El público que nos seguía empezó a pelar murga y yo no lo podía creer. Veía en otra gente ese estímulo que yo tenía cuando era pibito. En los shows teníamos que hacer una entrada de una murguita con unos pibes. Era algo muy fuerte. En La Fuente, siempre terminábamos con fiesta, aunque tuviéramos que volver pegados contra la pared. Porque estaba todo mal.
-¿Cuál fue la primera murga que armaste?
-Yo venía haciendo un trabajo de campo en Villa Martelli, había empezado a recuperar la memoria de los murgueros en los barrios. No me cerraba que me dijeran que la murga se había muerto porque veía a los pibes más vivitos que nunca, los veía bailar. Como muchos amigos sabían que yo estaba en el tema, me invitaron a dar un taller y lo di con un antropólogo amigo, Santillán Güemes.
Fueron dos meses en que dimos algo de historia, la fiesta, la represión. Luego, en la segunda parte había una murga y después la gente hablaba. Leopoldo Sosa Pujato que era el director, la tenía muy clara y él me dio la venia para empezar. Empecé con una estructura de taller convocando jóvenes y trayendo viejos murgueros. Los Quitapenas nacieron luego de un proceso largo y complejo. Fue una construcción colectiva que muchos resistieron. Muchos decían que como no era una murga de barrio, sino de un taller, no era genuina, que había nacido en un espacio de intelectuales. Batato Barea y Humberto Tortonese aprendieron a andar en tacos en las murgas y hubo cruces interesantes. La murga atraviesa 100 años de historia porque contó con la ayuda de muchas personas, entre ellas, el escritor Pedro Orgambide. Para mí era clave replantear el espacio de la murga en otro terreno, no sólo en el del pibe que estaba en la esquina.
-Es evidente que tu labor de preservación fue muy importante porque durante los festejos del Bicentenario las murgas tuvieron un rol protagónico y la presidenta se puso una galera murguera.
-Eso es un apoyo simbólico, pero tomar los símbolos sin ir al hueso no me va. Respecto de carnaval, no basta con ponerse la galera si no hay una política clara. Con voluntad se podrían hacer muchas cosas. Por ejemplo, nuestros grupos no han grabado discos. Sin embargo, se sigue premiando a la murga uruguaya profesional. Se sacan el sombrero por Falta y Resto y no apoyan a los pibes que están haciendo cosas aquí. Las murgas en los municipios del país no cobran.
-Qué habría que hacer para dar les más espacio a las murgas?
Habría que dar una estructura sin utilización política. Por ejemplo, yo armaba murgas y sabía que esas murgas después me podían putear a mí. Esa es la ley del juego. La murga es resistencia, es oposición. Si no te bancas eso, entonces no hagas nada con la murga. A Momo lo echan del Olimpo precisamente por criticar. No existen murgas oficialistas. No hay carnaval oficialista.
-No reivindicas que durante este gobierno el carnaval volvió a ser una fiesta popular?
-Si, el carnaval tiene que venir, pero no tenés que asumir como que lo trajiste vos. El carnaval no es tuyo. En la época de Ibarra la municipalidad no se bancaba que las murgas criticaran su gestión. Yo no sé si hoy se bancan una murga que cante contra la corrupción. No hay murgas que canten contra el gobierno.
-Por qué cree que no las hay no habiendo censura?
-Por la no politización y la falta de chispa picante. Acá la clase media te idolatra la murga uruguaya, pero en Uruguay las murgas son apoyadas por el gobierno.
-No cree que hay libertad para criticar? De hecho, se critica ferozmente a la presidenta desde los medios más poderosos. ¿Por qué una murga de barrio no puede tener una canción contra Cristina?
-No es lo que predomina. En realidad, la murga ha crecido por el influjo de la danza y el bombo. Nosotros hicimos murga en los '90 y los pibes cantaban y venían. El movimiento que generamos fue "anti", como debe ser. Pero no anti porque sí. Si hay un 50% de gente fuera del sistema, no es joda. Y si el pan me sale 20 mangos no es joda. Vos podés ser de la corpo A o de la corpo B. Pero yo estoy en el medio, como estaba en la dictadura. Yo tomo subte, tren y colectivo para venir a trabajar al Rojas. Y me como las cosas que la corpo no dice pero que tampoco dice la presidenta. Sigo estando en el medio de la guerra que vivo desde joven.
-¿No te parece que este gobierno democratizó la cultura?
-Sí, creo que trabajó en algunos temas. Pero yo no participo de ningún organismo estatal. No tengo nada que ver ni con el carnaval ni con la Asociación de murgas. Me sustentan mis 30 años de laburo. Quien me banca es mi trabajo. Hay algo que me parece impresionante porque ahora los intendentes, si quieren hacer algo en carnaval, tienen que llamar a un disfrazado, Eso me parece una lucha ganada. pero esa lucha no tiene dueño.

CON MADRES Y EL NOBEL

¿Qué imagen simboliza para vos el regreso de la democracia?

En el'83 toque en un festival de solidaridad junto al Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel para las Madres de Plaza de Mayo en la cancha de Excursionistas. Recuerdo que Hebe estaba en la primera fila y también estaba Augusto Conte, militante por los Derechos Humanos. Yo pertenezco a ese mundo. Terminé el año de esa manera. Además, también en el 83. con el grupo La Fuente grabamos un disco: El grito primal. La grabación se hizo en el estudio de la familia Vitale. Recuerdo que el día que terminamos de grabar, la gente celebraba el regreso de la democracia porque había ganado Alfonsin. Salimos del estudio de los Vitale y vimos que iban por la calle camiones radicales. Todo esa fue muy fuerte. Nosotros estábamos haciendo y produciendo nuestras propias cosas. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario