Murga y Carnaval, Coco Romero
y las murgas del Rojas
Autor/es: Lucía SalatinoSección: Investigaciones
Edición: 17
Palabras clave: Murga y carnaval, Postdictadura, Centro cultural Ricardo Rojas
Español:
La historia de la murga en Buenos Aires es un tema muy poco estudiado. Uno de los grandes referentes argentinos es “Coco” Romero. Este trabajo pretende dar un primer acercamiento a las relaciones entre murga, dictadura y postdictadura, de la mano de los testimonios de Romero. i
Gualberto Elio Milagro Romero, más conocido como "Coco" Romero, nace el 12 de junio de 1955 en la provincia de Salta. A lo largo de su carrera se ha desarrollado como músico, investigador y tallerista tomando como eje fundamental la temática de la murga y el carnaval. Ha creado su propio archivo con diversos materiales sobre el tema, recopilando la historia y la tradición oral del carnaval del país. Ha publicado dos libros: La Murga Porteña. Historia de un viaje colectivo (2006) y Talleres de murgas del Rojas, el árbol genealógico (2011). Además, funda y dirige desde 1995 El Corsito, publicación de divulgación y consulta sobre el Carnaval, de distribución gratuita. Actualmente coordina el área de Circo, murga y carnaval en el Centro Cultural Ricardo Rojas. En este espacio ha dictado talleres de murga entre 1988 y 2009, de los cuales han salido numerosas murgas como Los Quitapenas, Los Traficantes de Matracas, Acalambrados de las Patas, Gambeteando el empedrado, entre otras.
Murga y dictadura
El 9 de junio de 1976 se sanciona el decreto 21329/76 y entra en vigencia el 14 de ese mismo mes, publicado en el Boletín Oficial con la firma de Jorge Rafael Videla y de los ministros de Bienestar Social y de Interior, Julio Bardi y Albano Harguindeguy, respectivamente. Este decreto elimina los feriados de lunes y martes de Carnaval. La prohibición del festejo de carnaval no es total, pero la eliminación de esos feriados resulta un duro revés para la actividad de las murgas. El espacio público se va reduciendo progresivamente y muy pocas murgas logran sobrevivir. Al respecto, Coco Romero insiste en romper el mito de que durante la dictadura la murga desaparece. La murga no muere, pero queda bastante relegada. Son las murgas del conurbano las que mantienen la tradición latente. Es gracias a esas agrupaciones que vienen a bailar a la capital que la murga renace con el advenimiento de la democracia. Pero en el período dictatorial la murga no sólo queda marginada, sino que sufre cambios en sus características. Se produce un cruce con la comparsa que genera, sobre todo, que se le dé mayor importancia al desfile y al baile que a lo escénico y al canto. Además las murgas empiezan a transitar por circuitos alternativos a la calle (que es su lugar principal de desarrollo) en donde la murga comienza a habitar. El género es retomado y reciclado por diversos grupos de teatro. También toman parte en la lucha política y los movimientos civiles. Todos estos espacios son hendijas que posibilitan la vuelta al ruedo de los “viejos murgueros”. Pero uno de los cambios fundamentales es la pérdida de la fuerza de la palabra. La recuperación de la palabra es uno de los puntos en los cuales se trabajó en los talleres del Rojas con una apertura que posibilitó la inclusión de artistas de diversos campos al universo de la murga. Lo que se propone Romero es la recuperación del valor expresivo y sensitivo de una sociedad que mira al carnaval como algo ajeno, fragmentado, partido debido a la prohibición de la máscara y el disfraz, de la palabra, la crítica y la risa. Lo que hace es tomar todo el potencial expresivo y artístico de la murga y revalorizarlo, sacarlo del letargo y del estancamiento y devolverlo a la sociedad para que ésta vuelva a hacerlo propio.
En el año 1983 Romero edita con el grupo La Fuente su segundo disco llamado El Grito Primal en el cual se incluye el tema “¿Dónde fueron los murgueros?” En el recitado que lo antecede Romero intenta buscar una definición de lo que es la murga. Esta canción autobiográfica en la que recuerda a la murga de la cual fue parte en su niñez en el barrio de Belgrano “R”, es uno de los puntapiés que dan comienzo a lo que será luego su campo de investigación y de trabajo. Esta canción es uno de los primeros intentos de reivindicar y rescatar todo el potencial expresivo de este género popular, una búsqueda por la definición y el redescubrimiento del género que tanto ha sido maltratado y marginado.
Concepción
Cuando se le pegunta a Coco Romero sobre qué es para él la murga, responde:
Para mí es el dispositivo de las Bellas Artes de la calle. Por lo tanto, en ese dispositivo, cada área es perfectible al infinito, me estaciono en ese punto. Creo muchísimo que la formación de la gente colabora al enriquecimiento de todos.
Es por esta razón que en el año 1989 comienzan oficialmente los talleres de murga del Centro Cultural Ricardo Rojas dependiente de la Universidad de Buenos Aires, con el apoyo y la aprobación de Leopoldo Sosa Pujato que, por ese entonces, estaba al frente del Centro Cultural. Durante la dictadura, y con el advenimiento de la democracia, los espacios alternativos tomaron fuerza para la continuidad de las actividades y las manifestaciones artísticas. Entre ellos se destacó dicha modalidad, y la murga no va a ser la excepción.
Hay un antecedente de los talleres dictados en el Rojas: un seminario de dos meses de duración propuesto por Jorge Nacer, coordinador del área de música, bajo la consigna “Murga, Fiesta y Cultura”. Coco Romero y el antropólogo Ricardo Santillán Güemes oficiaban de moderadores. El objetivo de estos talleres que comienzan en 1989 incorporándose al área de música popular, no es sólo la búsqueda de la recuperación del género (que había sido fuertemente desplazado, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires pero que seguía vivo en la zona del conurbano) sino que además busca generar un cambio. La metodología de taller consiste en el “aprender haciendo”, es decir que cada participante se transforma en sujeto de su propio aprendizaje a través del descubrimiento personal acompañado y orientado por la teoría y práctica que brinda el taller. Los talleres del Rojas generaron algunos conflictos y descontentos por parte de las murgas “tradicionales”, ya que la modalidad de taller implicaba una ruptura con el modo de funcionamiento y creación de la murga “tradicional”. Por empezar, la murga es tomada y desarrollada en un ámbito académico como es el Centro Cultural Ricardo Rojas. La murga “tradicional” se forma en la calle, con los vecinos del barrio. El modo de transmisión tanto del baile como del modo de ejecución del bombo con platillo es mediante la imitación. Se aprende, fundamentalmente, viendo a los integrantes más antiguos de las agrupaciones. Otra de las rupturas que produce Romero es que toma como base fundamental la armonía. Es por ello que incluye instrumentos como el bandoneón y el acordeón dentro de los instrumentos que componen la sonoridad de la murga mientras que tradicionalmente se utiliza el bombo con platillo como base rítmica. Otro de los puntos de quiebre es el hecho de que a los talleres del Rojas se acerca gente de diversas clases sociales y de diversas profesiones (en su mayoría docentes, artistas plásticos y gente relacionada al teatro) lo que abre el abanico de posibilidades de enriquecimiento del género.
El taller consta de dos partes: una primera parte de carácter teórico, en la que se enseñan los orígenes y la historia de la murga, y una segunda parte en la que una murga es invitada a actuar. Luego de la actuación se propicia el diálogo entre los asistentes al taller y los murgueros invitados, es decir que se produce una unión de las agrupaciones del pasado con las agrupaciones en formación, con lo que se genera un enriquecimiento de ambas partes.
A partir de ese proyecto, Romero busca revalorizar el status de la murga como arte popular frente al pensamiento anti-murguero (inscripto dentro del pensamiento anti-carnavalero), que trata a esta expresión como una pérdida de tiempo o como una actividad de vagos. Considera a la murga y al carnaval como parte del folclore de la ciudad de Buenos Aires y del país, como manifestaciones genuinamente culturales. Una de las finalidades de los talleres es simplificar las respuestas a los interrogantes de los jóvenes que se acercan a ellos, y, a su vez, generar inquietudes y movimientos de búsqueda del folclore de la ciudad. Otro de sus objetivos es marcar la apertura a la historia de los protagonistas del fenómeno desde sus orígenes y, hacia el futuro, el ingreso de los nuevos participantes: los músicos, los teatreros, los que escriben, los que pintan o bailan.
A lo largo de su carrera como investigador y músico y especialmente en la experiencia de los talleres de murga llevados a cabo en el Centro Cultural Ricardo Rojas, Coco Romero busca recuperar el género de murga pero dándole otro enfoque al que venían teniendo las murgas “tradicionales”. Y toma en cuenta toda la historia de rechazo, maltrato y olvido que ha sufrido, especialmente durante la última dictadura militar de 1976. En este proceso de recuperación, valorización y explotación de las enormes capacidades expresivas de la murga, Romero observa que él no puede concebir a la murga sin la armonía. Por lo que hace gran hincapié en la sonoridad de la murga en esta nueva etapa. Para ello, incluye al bandoneón y al acordeón como otro de los elementos centrales, además del tradicional acompañamiento rítmico del bombo con platillo. Abre las puertas a las posibilidades de enriquecimiento de la murga con la incorporación de docentes, músicos, artistas plásticos, gente relacionada con el teatro y la escritura. Vuelve a darle un lugar central y de fuerza a la palabra que, sobre todo durante la dictadura, la murga deja de lado para darle mayor importancia al desparpajo corporal que es la forma expresiva principal que la murga explota durante esos años de pasaje de la dictadura a la democracia. Como se dijo anteriormente, los talleres estaban divididos en dos partes: una relacionada con la historia de la murga y del carnaval y la segunda parte en la que una murga era invitada a actuar. Esa primera parte teórica es fundamental para que se genere el rescate y la revalorización del género, ya que se le da un marco a eso que se está haciendo. Posibilita el conocimiento y el entendimiento de las raíces de la murga y del carnaval y provoca que se revalorice las amplias capacidades expresivas del género. Es por eso que para Coco Romero la murga es la Bellas Artes de la calle.
BibliografíaAlvarellos, Héctor, Teatro callejero en la Argentina 1982-2006. De lo visto, vivido y realizado. Buenos Aires, Edición Madres de Plaza de Mayo, 2007.
Romero, Coco (compilador), Talleres de murga del Rojas, el árbol genealógico. Buenos Aires, Libros del Rojas, 2011.
------------------- La murga Porteña. Historia de un viaje colectivo, Buenos Aires, Atuel, 2006.
Vainer, Luciana, Miralá que linda viene. La murga porteña, recorrido por los carnavales dese 1970 al 2004, Buenos Aires, Papel Picado Ediciones, 2005
El Corsito, publicación de distribución gratuita que reúne material de divulgación y consulta sobre el carnaval. Director: Coco Romero. (Diversos números)