martes, 1 de noviembre de 2022

1981. La Fuente. Fresca, cristalina sin cloro por Alberto Silva para la revista PAN CALIENTE número 5

La Fuente Fresca, cristalina, sin cloro.
Alberto Silva
Revista Pan Caliente, número 5, octubre 1981

Un lunes siempre es lunes, pero hay días y días. El que nos ocupa tienen connotaciones muy peculiares, porque ese primer día de la semana era 21 de septiembre y mucha gente se había reunido tras la música ya en Ezeiza, ya en el Luna Park. Sin embargo un nutrido contingente se dio cita en el teatro Lasalle para escuchar, por que no decirlo, apoyar a La Fuente. El recital dividido en dos partes: Nosotros no pudimos escuchar, sobre todo los textos que propusieron Coco, Andrés, Uki y Onfel, en la primera parte en su “totalidad”, porque hasta nuestra ubicación en la sala el sonido no llegaba en forma clara. De todas formas la distorsión no fue impedimento, para que nos impresionaran temas como “Zambita”, “El vendedor profesional”, “Candombe del estuario”. No nos ocurrió lo mismo con “Dame algo de tu polen” que no obstante recibió nutridas muestras de adhesión del público. Lamentablemente en este caso, no pudimos escucharlo como hubiésemos deseado, por eso sería injusto abrir un juicio definitivo en contra de esta composición, que nos pareció ( hechas las salvedades) floja con respecto a las otras. Realmente, la propuesta de estos jóvenes músicos es por demás acertada. Incursionan, sin complejos y con solvencia, por una variada gama de ritmos, con destreza. El trabajo en grupo como tal, es parejo. “Palmo a palmo/ recorriendo la región/ la fe de ustedes / regó nuestras raíces,/ el silencio del invierno/ brotó en la primavera/ y un halo de esperanza/ envuelve la canción”, decía La Fuente en forma impresa en el programa, y sin lugar a dudas ése 21 de septiembre el largo silencio del invierno quedó atrás brotando una verdadera primavera musical. Ese clima se mantuvo a lo largo de la noche. Estuvo en el efectivo bajo y la “colorida” guitarra de Coco, que con su voz atravesó diferentes espacios musicales en forma clara y con un gran poder de comunicación. Estuvo con Uki, que le pega duro a la guitarra y no se queda atrás con el canto, a pesar de que en algunos momentos, nos pareció, que abusaba de “tics” timbricos. En Andrés que salta de la guitarra a la flauta, y de ésta al piano con verdaderas muestras de conocimiento y que cuando aparece su voz, ésta “pide” incursionar en mayor cantidad de temas, y en Onfel con su notable trabajo en percusión que trasunta potencia y equilibrio. También brotó esa primavera en los textos de La Fuente, que son revitaliza dores, directos, que saben a donde apuntan y disparan certeros dardos de contagiosa alegría- verdad- lirismo. Esta constante es uno de los sólidos puntales del grupo, más allá de alguno me dio la fugaz impresión de ser algo ingenuo. En la segunda parte se fueron incorporando los artistas invitados. “En la nube del tiempo” se ensambló perfectamente Daniel Melingo (clarinete). “Dos viejos gñu se encuentran, una delirante composición, dio paso a “Opera popular”, feliz humorada musical a cargo de Andrés, donde participó todo el público, quedando perfectamente integrada al resto del espectáculo. Y este es otro mérito de La Fuente, que pueden saltar del humor a un candombe o a una armonía hindú, de éste a una armonía andina sin sonar nada contradictorio e hilvanándose todo en una feliz continuidad. “El mundo paralelo”, está basado en una plausible y meritoria idea pero no logra desarrollar el tema con la profundidad y riqueza que la intención primaria sugiere. “Donde fueron los murgueros” es, ni más ni menos que la increíble hazaña de darle vida a esa institución popular, que hoy por hoy, en Buenos Aires, lamentablemente parece una pieza arqueológica. Notable trabajo grupal en este tema donde Coco “se pasa” con su murguera voz. A esta altura del recital, y terminando este pegadizo “cuplé”, el clima festivo era generalizado. “El valle viejo”, esta vez con la participación de otro muy buen músico invitado Daniel Oil (armonio), fue el preámbulo para las interpretaciones programadas, todas ellas de gran nivel: “Réquiem a la civilización incaica” con Rosendo Martínez (zampoña y quena), “La vaca soñada” con una ácida letra y “El ave Fénix”, donde se sumó un joven avezado charanguista: Julio Díaz. Pero, se descontaba que la noche no podía terminar aún... Y aparecieron mas notas del altiplano, una gran “diablada” y “casamiento de negros” de Violeta Parra ( que popularizara Milton Nascimento), todo en medio de una alegría que subía y bajaba desde las plateas al escenario y viceversa. Pese a reiterados, ruidosos y bullangueros pedidos de que todo continuara, el recital había llegado a su fin. La Fuente, volvió a demostrar que es uno de los grupos con mejores idea, logros y propuestas de estos últimos tiempos. Su mensaje sigue generando una auténtica fuente de comunicación. Una vez más, y pese a todo, la música que nos pertenece, le hizo una gambeta a la chatura masificante que se piensa invencible.



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