CARNAVAL
El carnaval se celebra de maneras muy diversas
en las distintas ciudades del país. Las tradiciones culturales se imponen con
fuerzas a la hora de adorar al Rey Momo. En esta pequeña producción asoman dos
buenos ejemplos, el de Capital Federal y
el de Corrientes, quizás uno de los espacios más emblemáticos a la hora de este
festejo.
Coco Romero
“La estética murguera se
desparramo gracias a los grupos de Rock”
Mauro Apicella desde Capital Federal revista Picadero
febrero 2001
Los
inmigrantes españoles, las comunidades barriales y hasta los rockeros, han
encontrado y encuentran en la murga una expresión de libertad, que año a año,
no solo va profundizándose, sino además busca perfeccionar su técnica.
Si algunos
libros de historia destacan los bailes de carnaval en la época del virreinato,
y dicen que en 1869 se realizo el primer corso oficial. Porque en el siglo XXI
llama tanto la atención la presencia de la festividad del Rey Momo en las
calles porteñas.
Para empezar, se pueden reunir algunas cifras
y hechos; Una década atrás la ciudad tenía 10 murgas y hoy cuenta con más de
100; en 1997 estas agrupaciones fueron reconocidas como patrimonio cultural de
la ciudad mediante la ordenanza nº 52.039 y se creó la Comisión de Murga del
Gobierno de Buenos Aires para promover las actividades de Carnaval. Este año,
el carnaval fue protagonizado por cerca de 10 mil adeptos en 50 corsos
barriales.
Mientras tanto, las asociaciones murgueras
intentan devolver a esta fiesta popular el lunes y el martes de feriado nacional,
suprimido en 1976 por la última dictadura militar, a través del decreto 21.329.
Pero la prohibición no es la única culpable de
que el carnaval quedara reducido a una minina expresión barrial durante un par
de décadas. Porque para hablar de prohibiciones sobran los antecedentes,
algunos tan lejos como cuando el Imperio Romano se convierte al cristianismo.
En aquella época se intentaron abolir las mascaras por ser consideradas
inspiración del Diablo. Otro caso (solo por mencionar un par) es el Virrey Vértiz,
en el Rio de la Plata, quien en 1771 restringió los bailes a lugares cerrados
para evitar los escándalos que provocaban los negros en la calle. Sin embargo
las mascaras y los bailes de los negros sobrevivieron. Para profundizar un poco
más en el alcance de la censura y en el aparente resurgimiento del carnaval
porteño vale la pena conversar con un especialista como Coco Romero, músico,
director de la revista El Corsito y coordinador
de los talleres de Culturas Populares del Centro Cultural Ricardo Rojas, un
espacio que hace quince años se convirtió en semillero de agrupaciones locales.
La gota
que faltaba
Primero me detendría
en los distintos segmentos de lo cultural para ver que visión han tenido de la
Cultura del pueblo-comienza Romero-.Hay un ejemplo que siempre menciono:
Caetano Velloso desfila en una Escola de carnaval. Entonces: ¿Que paso con los intelectuales y los artistas, o con la gente que tenía el teatro del pueblo a la vuelta de su casa y fue a tomar clases al centro? También hay que estudiar el pensamiento. Porque a partir de la década del cincuenta los sectores llamados progresistas fueron bastante crueles con el festejo del pueblo”.
Según Romero, la prohibición del carnaval era “la gota que faltaba”. Quizás una de sus principales efectos sea el vacio que genero sobre esta expresión popular. Pero también asegura que las murgas nunca dejaron de salir a la calle: Hay mucho de leyenda en esto”, aclara.
A dos décadas y media de la intervención militar, el investigador prefiere no cargar las tintas sobre “la estocada” del decreto Nº 21.329.Creo que hay que ponerlo en el contexto histórico .Porque el Golpe Militar prohibió muchos feriados. Y más tarde cada sector afectado pidió que se los devolvieran. Pero el carnaval no tenía fuerza para reclamar su espacio”.
La expresión teatral
En los cursos y
talleres del Rojas se presenta a la murga como una “Teatralidad
popular emergente de la cultura urbana, en sus códigos verbales, no verbales y
símbolos”. Una definición que
puede resultar llamativa para aquellos que reniegan de algunos vínculos
evidentes.
El origen de la
murga se les adjudica a los gaditanos. Pero a Buenos Aires entro con los grupos
de zarzuela. Cuando vino el aluvión inmigratorio los teatreros sabían que
llegaban al Rio de la Plata con un público que los esperaba, porque todos sus
paisanos estaban acá. La información más clara esta en el Uruguay porque la
primera murga se llama La gaditana que
se va. Aunque la estructura llega de manos de los teatreros, en la
Argentina es un fenómeno del que no se tiene mucha información .Pero, esencialmente,
el disfraz, el canto y la puesta en la
calle genera un espacio escénico. Allí concluyen todos los ingredientes
relacionados con el arte teatral.”
-Romero, ¿no le parece que se la considera
una expresión disociada del teatro? quizás por eso llamo la atención cuando
aparecieron elementos de la murga en el teatro callejeros.
-Lo que sucede es
que hasta la década del sesenta la murga fue colocada en un margen. Son
contados los músicos y los teatreros que se metieron en la murga. La película
Mocosos y Chiflados es un ejemplo. Allí el realizador Eduardo Mignogna da en la tecla porque escenifica la idea que
se tenía hasta el momento. Con la democracia se genera un movimiento
incipiente. Aunque todavía hay grupos tradicionales de murga que reniegan
del teatro. Y los que no son
tradicionales se presentan como teatro-murga, coral murga, porque todavía no
encuentran esa unión que mucho depende del tiempo.
“La murga propone una asociación libre, en el barrio, con
teatralidad y canto, con ese desparpajo del movimiento y la expresión constante
en el decir “
-¿Del tiempo o de investigar un poco?
- De las dos cosas
.Creo que hubo una pared que fue tapada y siento que este momento es
interesante porque la juventud participa, y porque no hay una difusión
dirigida. La murga crece sin ningún tipo de aparato. Está hecha por los pibes,
no por la municipalidad.
-¿El apoyo del estado no es un buen incentivo?
Cuando los oficia listas
de ahora eran opositores apoyaban mucho más. Este año la programación de los
corsos fue difundida dos días antes. Y muchos no tenían sonido. Por eso la organización
de los grupos otorga un espacio de respeto. El crecimiento artístico es la
etapa que tiene que venir.
-Para muchos jóvenes ¿la murga, es una moda’?
La estética murguera
se desparramo en todo el país gracias a los grupos de rock de gran
convocatoria. Fueron pequeños matices, pero han servido para mostrar
gestualidad, baile, desparpajo. Hace cinco años fuimos con Los Quitapenas a abrir los recitales de Divididos en el Estadio Obras, y cuando cruzamos entre la gente nos
dimos cuenta de que se venía el tole tole. Porque esos miles de pibes bailaban
murga. EL “estado murga “corporal ha tenido una seducción muy grande. Y por
supuesto, en semejante movimiento también hay algo de moda.
-¿Que otros elementos se suman o vuelven a la murga?
Se suma la
incorporación de la mujer. Porque la murga fueron estructuras machistas y ahora
la mujer tiene gran participación y le da un gran aporte. Por otro lado, la
recuperación del parche como sentimiento de grupo hacia algo propio, fuera de
otros ámbitos, como la manifestación política, por ejemplo. Y, por último, la
murga propone una asociación libre, en el barrio, con teatralidad y canto, con
ese desparpajo del movimiento y la expresión constante en el decir. Esto es lo
que han tomado los grupos del Rock. Creo que la frutilla en ese postre la ponen
Los Redondos con su Momo Sampler,
con la concurrencia a esa murga que viene, con ese carnaval de las almas y un
terreno espiritual. Porque cuando hablas con los pibes, la idea del Momo, esta
deidad de la crítica, va generando discursos poéticos interesante. Hoy todas
las murgas cantan: hay por lo menos trescientas canciones que no se reproducen
porque no están adentro de los mecanismos de la producción cultural. Y hay cien
murgas y la gente tiene cien posibilidades. Yo le diría a la gente que, si
tiene una murga a la vuelta de la casa, se acerque. Lo digo porque el folclore
barrial es divino. La estética del carnaval se aprende y se divulga en la
calle. Y el trabajo que hacemos en el Centro Cultural va mucho más allá del
taller. Nosotros ahora ofrecemos información y buscamos amplitud. Así se pueden
lograr cosas como la obra Los indios
estaban cabreros, de Agustín Cuzzani, que se monto en el Teatro Nacional
Cervantes. La pieza incluida una cuarteta de murga de la década del cuarenta.
Rubén Pires, el director, decidió armar una murga de actores, y los resultados
fueron impresionantes. Bienvenidos todos los trabajos en el campo del teatro
porque son cajas de resonancia para los murguistas.
¿Por qué se acercan los actores a la murga?
Creo que es porque
se va recuperando el género. En la murga esta el cuerpo, el baile y el canto.
Cuando hicimos el casting para esta obra nos encontramos con gente que no podía
bailar. Y eso que la murga tiene una danza muy libre. Lo importante es que la
información baje porque es una expresión que no tiene un aparato de difusión.
Eso me gusta. Hoy te encontrase con los grupos que buscan la tendencia del
canto, los tradicionales que mantienen el color, algo importante y necesario, y
también se ve una renovación natural.
-Recuperar el feriado de carnaval es importante solo si
existe una base solida para aprovecharlo.
-Claro. El
movimiento es grande, por eso el municipio tiene que poner mucha energía. Para
esto hay que comenzar a trabajar mañana .Porque el carnaval es una puesta en escena
que no se puede amar en un día...
Teatro abierto, un buen punto de
partida
El murguero, músico
e investigar Coco Romero recuerda la quema del teatro El Picadero, en 1981, como un ejemplo
“emblemático” de la movilización artística en los años del proceso.-en El
Picadero se realizo la primera edición de Teatro Abierto. Participaron 21
autores y 21 directores y el tema que desarrollaron metafóricamente fue el de
la opresión, algo que molesto al gobierno de facto--.Luego del incendio del
Teatro se hizo un cortejo hacia el Parque Lezama para quemar la censura. Fue
gente del Teatro, del circo, las murgas. Ahí hubo algo que termino de cerrar en
mi cabeza”, recuerda. En esos años Romero participaba en un grupo
musical;”Hacíamos Murgas. O sea que eso estaba latente, como un elemento que
nos seguía”. Luego llego el video de Mignogna, Mocosos y Chiflados y su admiración
por murgas como los Mocosos de Liniers, que resistieron a los años en que el
carnaval se mantuvo es un estado de letargo.
En 1968, junto a
Ricardo Santillán Güemes realizo un seminario de dos meses, Murga, fiesta y cultura, con varias agrupaciones porteñas
en el Centro Cultural Rojas. Desde entonces, allí instalo su centro de
investigación y producción murquera. De sus talleres salió más de una docena de
murgas que hoy animan los carnavales de la ciudad. “Fueron varias, quizás Los
Quitapenas es la más importante. La gente vio ese trabajo, pero ahora nuestro
objetivo es dar información y ser lo más amplios posibles. La murga tiene una
energía muy fuerte en su espacio espiritual y mítico”, asegura.
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