Las murgas porteñas... Andrés Valenzuela- Revista Cabal
Imprimir nLas agrupaciones de distintos barrios preparan sus espectáculos y sus trajes característicos para el carnaval. Entre la tradición popular y la polémica organización oficial. Juventud y desafíosEn algún lugar de Mataderos, una piba con zapatillas de lona salta sobre la vereda. Revolea su pie sobre el asfalto, al ritmo del bombo y el redoblante. Lo hace durante varias horas, con otros 50 jóvenes que comparten su devoción por el dios Momo. Como ellos, hay centenares de pibes y pibas que cada año se preparan para bailar durante febrero en los corsos de Buenos Aires, en los que participan decenas de murgas porteñaSe trata de chicos que cuidan la levita con los colores de su agrupación con tanto o más cariño que la de sus clubes de fútbol; que aprenden a coser lentejuelas solo para hacer los apliques que los distinguen de sus compañeros; que se le animan a los firuletes de colores en las caras, sobre las barbas y a la tafeta (que se arruina con la espuma) en pleno calor de febrero. Pibes que paran en la esquina, porque la murga es un fenómeno barrial, no de calzado importado ni de festivales vendidos por un portal de Internet. Una pasión que, a fuerza de saltos, ensayos y funciones de fin de semana, destroza alegremente zapatillasLa murga porteña no siempre ti
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