jueves, 12 de noviembre de 2020

1988. Los Caballeros del Caño. Fundación de grupo e integrantes

Compañía de músicos callejeros
“Los Caballeros del Caño”

Los Caballeros fue fundada e imaginada durante 1988. La primera actuación se realiza en la primavera de 1989.
La compañía intenta reflejar en su repertorio musical el espíritu popular urbano. Los juegos de la calle, el barrio, sus poetas, las fiestas olvidadas,
Levantando el estandarte de las antiguas bandas puebleras, invitando a la alegría, al baile y a no perder la memoria; revalorizando y recreando símbolos murgueros, - el baile, las fantasías- parte de su estética y su color en los espectáculos se incorpora el teatro de títeres.
El nombre Los Caballeros del Caño ha sido tomado de un poema del porteño Raúl González Tuñón, que llamo así a los crotos que recorrieron el país llevando sus ideas libertarias, su amor y sus locuras.

Integrantes de “los Caballeros del caño”
Coco Romero: guitarra y voz
Fernando Dhaini: violín
Rubén Visñovesky: bandoneón
Beto Mariani: percusión y coros
Oscar Blanco: bajo



La antigua canción de los Caballeros del Caño
De LA VELETA Y LA ANTENA [1971] Raúl González Tuñón

Enamorados de camino, bajo la lluvia divagando con la leve linyera al hombro- donde hay lugar para el sueño-
Primos hermanos del horizonte, del buen ladrón y del juglar, allá van vagando sin rumbo y a las muchachas fascinando, poetas que nunca escribieron, pintores que nunca pintaron, viviendo su propia novela, personajes de su teatro y figuras de sus barajas en la aventura malabar.
Bajo el sol de los días radiantes, ajenos a los desengaños, nunca serán ejecutivos ni solemnes filosofantes.
Compinches del Buscón, O. Henry y los títeres del Retablo van por la vía y van sin prisa, van caminando y caminando y le ponen música al día con sus risas y con sus cantos picarescos, sentimentales, tan alegres y tan campantes.
Los Caballeros del Caño.
Ni cuáqueros ni viciosos, ni angustiados ni indiferentes, divierten a los chiquilines sorteando a los vigilantes en los inviernos agresivos y en los veranos insolentes. Protectores de las busconas fugitivas y los borrachos conocen el ángel que encierra en su alma el perro atorrante.
Los Caballeros del Caño.
Aman ver los hondos paisajes en las miradas de los caballos y también las toscas tabernas donde beben el vino del año. Cuando envejecen aún cantan, por el terraplén, bajo el puente, y cuando la muerte los llama desde la orilla silbando en la fosa común encuentran a los poetas olvidados y ven crecer rosas salvajes y descubren la estrella oculto.
Los Caballeros del Caño.


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