Sep. 2007
Relación con la comunidad
El arte como propuesta para la inclusión
La Secretaría de Extensión de la FFyH y la Fundación Desafiarte pusieron en marcha el programa de capacitación “Arte y diversidad: elaboración de procesos artísticos para la inclusión”. La iniciativa, que también cuenta con el apoyo de la Fundación Arcor y el aval académico del Departamento de Teatro de la UNC, propone consolidar, desde el arte, las estrategias para el trabajo con personas con discapacidad. Alfilo conversó con Coco Romero, coordinador del primer módulo del programa. La próxima actividad, “Danza inclusiva en la escuela”, estará a cargo de Marina Gubbay. Comienza el 28 de septiembre con una conferencia abierta al público en general.
Coco Romero en el taller de murga realizado en la Sala Azul.
Esta experiencia conjunta, entre la Facultad de Filosofía y Humanidades y Desafiarte -una entidad que nuclea a las principales organizaciones de Córdoba que trabajan en relación con la discapacidad-, se viene desarrollando desde 2005. “Hay una vacancia a nivel universitario en la formación y el abordaje de la discapacidad. Por otro lado, se está viendo que el arte –en sus distintas modalidades y lenguajes- es una alternativa interesante para trabajar esta problemática”, explica Carlos Szulkin, coordinador del Área de becas, proyectos y programas de la Secretaría de Extensión.
El programa de capacitación contiene un diseño estructurado en tres módulos que permiten abordar distintas disciplinas artísticas: música, danza y teatro. “Este año nos concentramos en trabajar el cuerpo en escena, como una propuesta que se va extender a lo largo del año”, señala el coordinador.
Por razones metodológicas y de progresión de contenidos, el proyecto integra el cursado de los tres módulos. “Hay una idea instalada de pensar al arte como algo fragmentado. Había gente que sólo quería anotarse en una disciplina. Hemos pensado la propuesta desde una perspectiva integral para que los distintos aportes –teatro, danza, murga- converjan en ese cuerpo en escena”, indica Szulkin.
La capacitación está dirigida a profesionales que están trabajando con personas con discapacidad, artistas con discapacidad y estudiantes interesados en esta temática. “Sorprende la participación de muchos estudiantes universitarios: de teatro, plástica, ciencias de la educación, letras, psicología- que están interesados en temáticas vinculadas con discapacidad”, expresa el coordinador. También concurren a los cursos, docentes de materias especiales e integrantes de equipos técnicos de las organizaciones que trabajan con esta población.Coco Romero es un referente de la murga en todo el país. Además de coordinar desde hace 20 años el área “Circo, murga y carnaval” del Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA), se dedica a recopilar la historia y la tradición oral del carnaval del país. Es el director de “El Corsito”, una publicación de divulgación y consulta imprescindible sobre los carnavales que se distribuye de forma gratuita en distintos puntos del país y cuenta con una tirada de casi diez mil ejemplares. En el 2005, publicó “La murga porteña. Historia de un viaje colectivo” y, a lo largo de su carrera ha realizado viajes de investigación a Río de Janeiro y San Pablo (Brasil), Distrito Federal y Guadalajara (México), Oruro (Bolivia), Cádiz (España), La Habana y Santiago (Cuba).
Durante su visita a Córdoba, dialogó con Alfilo sobre su experiencia y la propuesta que trajo para trabajar en el programa “Arte y diversidad”. “Para mí la murga es un espacio de libertad”, dice Romero. La idea del taller que realizó en la UNC apuesta a explorar las posibilidades educativas de la murga y “poner al cuerpo en primera instancia”. “Es fundamental que los docentes bailen y transmitan estos contendidos a través del cuerpo. Esa es la clave”, afirma.
- A partir de su experiencia con la murga en el Centro Cultural Rojas, ¿Qué aspectos rescataría del encuentro entre el mundo académico y el mundo popular del baile y la música?
- El Rojas, prácticamente, crece con la democracia. Yo venía intentando con el tema de la murga desde la dictadura. En el Rojas golpeé la puerta y me dijeron: “dale para adelante”. A partir de ahí, aparece un proceso interno interesante sobre cómo hacer para que pueda sobrevivir esa idea, bajarla a tierra, llenar ese espacio de contenido y generar una lectura distinta sobre el tema de la murga. Para eso tuve que mirar necesariamente el carnaval, porque ése es el marco. Por alguna razón es una fiesta que ha atravesado feudos y dictaduras. En los distintos siglos, el carnaval no se murió. Mágicamente, cuando llega el tiempo que se celebra, en el mundo occidental y cristiano los pueblos festejan con arte este encuentro.
Fue muy importante encontrarme con el Rojas, porque ahí comencé con un taller, que se transformó en área. que, a su vez, abarca disciplinas como guión humorístico, clown, bufón, escuela de circo, malabares, etc. Al mismo tiempo, me di cuenta que cuando desde una institución se arroja un tema hacia lo social, desde una mirada seria, la cuestión crece.
Coco Romero en el taller de murga realizado en la Sala Azul.
Esta experiencia conjunta, entre la Facultad de Filosofía y Humanidades y Desafiarte -una entidad que nuclea a las principales organizaciones de Córdoba que trabajan en relación con la discapacidad-, se viene desarrollando desde 2005. “Hay una vacancia a nivel universitario en la formación y el abordaje de la discapacidad. Por otro lado, se está viendo que el arte –en sus distintas modalidades y lenguajes- es una alternativa interesante para trabajar esta problemática”, explica Carlos Szulkin, coordinador del Área de becas, proyectos y programas de la Secretaría de Extensión.
El programa de capacitación contiene un diseño estructurado en tres módulos que permiten abordar distintas disciplinas artísticas: música, danza y teatro. “Este año nos concentramos en trabajar el cuerpo en escena, como una propuesta que se va extender a lo largo del año”, señala el coordinador.
Por razones metodológicas y de progresión de contenidos, el proyecto integra el cursado de los tres módulos. “Hay una idea instalada de pensar al arte como algo fragmentado. Había gente que sólo quería anotarse en una disciplina. Hemos pensado la propuesta desde una perspectiva integral para que los distintos aportes –teatro, danza, murga- converjan en ese cuerpo en escena”, indica Szulkin.
La capacitación está dirigida a profesionales que están trabajando con personas con discapacidad, artistas con discapacidad y estudiantes interesados en esta temática. “Sorprende la participación de muchos estudiantes universitarios: de teatro, plástica, ciencias de la educación, letras, psicología- que están interesados en temáticas vinculadas con discapacidad”, expresa el coordinador. También concurren a los cursos, docentes de materias especiales e integrantes de equipos técnicos de las organizaciones que trabajan con esta población.Coco Romero es un referente de la murga en todo el país. Además de coordinar desde hace 20 años el área “Circo, murga y carnaval” del Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA), se dedica a recopilar la historia y la tradición oral del carnaval del país. Es el director de “El Corsito”, una publicación de divulgación y consulta imprescindible sobre los carnavales que se distribuye de forma gratuita en distintos puntos del país y cuenta con una tirada de casi diez mil ejemplares. En el 2005, publicó “La murga porteña. Historia de un viaje colectivo” y, a lo largo de su carrera ha realizado viajes de investigación a Río de Janeiro y San Pablo (Brasil), Distrito Federal y Guadalajara (México), Oruro (Bolivia), Cádiz (España), La Habana y Santiago (Cuba).
Durante su visita a Córdoba, dialogó con Alfilo sobre su experiencia y la propuesta que trajo para trabajar en el programa “Arte y diversidad”. “Para mí la murga es un espacio de libertad”, dice Romero. La idea del taller que realizó en la UNC apuesta a explorar las posibilidades educativas de la murga y “poner al cuerpo en primera instancia”. “Es fundamental que los docentes bailen y transmitan estos contendidos a través del cuerpo. Esa es la clave”, afirma.
- A partir de su experiencia con la murga en el Centro Cultural Rojas, ¿Qué aspectos rescataría del encuentro entre el mundo académico y el mundo popular del baile y la música?
- El Rojas, prácticamente, crece con la democracia. Yo venía intentando con el tema de la murga desde la dictadura. En el Rojas golpeé la puerta y me dijeron: “dale para adelante”. A partir de ahí, aparece un proceso interno interesante sobre cómo hacer para que pueda sobrevivir esa idea, bajarla a tierra, llenar ese espacio de contenido y generar una lectura distinta sobre el tema de la murga. Para eso tuve que mirar necesariamente el carnaval, porque ése es el marco. Por alguna razón es una fiesta que ha atravesado feudos y dictaduras. En los distintos siglos, el carnaval no se murió. Mágicamente, cuando llega el tiempo que se celebra, en el mundo occidental y cristiano los pueblos festejan con arte este encuentro.
Fue muy importante encontrarme con el Rojas, porque ahí comencé con un taller, que se transformó en área. que, a su vez, abarca disciplinas como guión humorístico, clown, bufón, escuela de circo, malabares, etc. Al mismo tiempo, me di cuenta que cuando desde una institución se arroja un tema hacia lo social, desde una mirada seria, la cuestión crece.
- ¿Por qué propone mirar el carnaval a partir del cruce de distintas disciplinas, como la antropología, el arte, la comunicación?
- Esta posibilidad de trabajar en un centro cultural que depende de la universidad forzó a esta idea de encontrarle una vuelta al tema. Empecé a recorrer todos los carnavales, meterme en el tema de la organicidad, la gramática del carnaval. En el carnaval hay una real puesta en escena del arte del pueblo. En una sociedad en la que todo se vende desde un lugar que no ofrece la posibilidad de ida y vuelta, me parece interesante que haya una fiesta en el mundo donde el arte esté presente de esta manera. Goethe decía “el carnaval es una fiesta que el pueblo se regaló a sí mismo”. Esto indica que el carnaval va más allá de la predisposición de los gobiernos y de las personas individualmente. Aún en el barrio más marginal, va a aparecer alguien con una bolsa de arpillera, golpeando una lata para celebrar el carnaval. Eso me parece muy fuerte simbólicamente.
- ¿Cómo pasó de la murga al carnaval?
- Cuando te gusta la murga, naturalmente vas a caer en el carnaval. Ahí es cuando se aparece el cielo. El cielo es el carnaval y la murga es una estrella. Después empezás a analizar otras cosas como la escola, la cuadrilla, el disfrazado, etc. En el número diez de la publicación “El Corsito” crucé el tema del carnaval con Sarmiento. El primer corso oficial en Buenos Aires se celebró a pocos meses de asumir la presidencia Sarmiento. Tiempo después, un año antes de que deje el poder, una comparsa de Carapachay le regaló una medalla y lo declaró “Rey del Carnaval”. En la medalla está grabada la cara de Sarmiento: de un lado representando a la comedia y del otro a la tragedia. Es una medalla de colección. Una frase que él plantea dice: “toda fiesta es educadora”.
http://www.apadimblog.org.ar/2007/08/la-murga-es-una-fiesta-educativa.html 2007"La
- Esta posibilidad de trabajar en un centro cultural que depende de la universidad forzó a esta idea de encontrarle una vuelta al tema. Empecé a recorrer todos los carnavales, meterme en el tema de la organicidad, la gramática del carnaval. En el carnaval hay una real puesta en escena del arte del pueblo. En una sociedad en la que todo se vende desde un lugar que no ofrece la posibilidad de ida y vuelta, me parece interesante que haya una fiesta en el mundo donde el arte esté presente de esta manera. Goethe decía “el carnaval es una fiesta que el pueblo se regaló a sí mismo”. Esto indica que el carnaval va más allá de la predisposición de los gobiernos y de las personas individualmente. Aún en el barrio más marginal, va a aparecer alguien con una bolsa de arpillera, golpeando una lata para celebrar el carnaval. Eso me parece muy fuerte simbólicamente.
- ¿Cómo pasó de la murga al carnaval?
- Cuando te gusta la murga, naturalmente vas a caer en el carnaval. Ahí es cuando se aparece el cielo. El cielo es el carnaval y la murga es una estrella. Después empezás a analizar otras cosas como la escola, la cuadrilla, el disfrazado, etc. En el número diez de la publicación “El Corsito” crucé el tema del carnaval con Sarmiento. El primer corso oficial en Buenos Aires se celebró a pocos meses de asumir la presidencia Sarmiento. Tiempo después, un año antes de que deje el poder, una comparsa de Carapachay le regaló una medalla y lo declaró “Rey del Carnaval”. En la medalla está grabada la cara de Sarmiento: de un lado representando a la comedia y del otro a la tragedia. Es una medalla de colección. Una frase que él plantea dice: “toda fiesta es educadora”.
http://www.apadimblog.org.ar/2007/08/la-murga-es-una-fiesta-educativa.html 2007"La
murga es una fiesta educativa"
Por Martín Passini el 8/06/2007
Para Romero, el carnaval, la murga, la fiesta son un mecanismo casi automático para estimular “al retraído, al disminuido, al excluido”. Por eso estuvo en Córdoba, invitado por la Fundación DesafiArte.
Gualberto “Coco” Romero (52) es un entusiasta de lo que hace. Nacido en Salta y criado en Buenos Aires, lleva el carnaval en las venas. Su pasión por todo lo relacionado con el rey Momo hace que la rima entre Romero y “murguero” o “musiquero” suene honrosamente natural. Además de autor de un clásico como La murga porteña, historia de un viaje colectivo y otros estudios referenciales, desde hace 20 años dirige la agrupación del Centro Cultural Rojas, en Capital Federal. Además de ser un espectáculo en y para todos los sentidos, la murga del Rojas no distingue entre capacitados y discapacitados, ricos y pobres, rubios y morochos.
En el marco de las actividades impulsadas por DesafiArte, “Coco” Romero vino a Córdoba para dictar talleres docentes de inclusión de discapacitados.
Por Martín Passini el 8/06/2007
Para Romero, el carnaval, la murga, la fiesta son un mecanismo casi automático para estimular “al retraído, al disminuido, al excluido”. Por eso estuvo en Córdoba, invitado por la Fundación DesafiArte.
Gualberto “Coco” Romero (52) es un entusiasta de lo que hace. Nacido en Salta y criado en Buenos Aires, lleva el carnaval en las venas. Su pasión por todo lo relacionado con el rey Momo hace que la rima entre Romero y “murguero” o “musiquero” suene honrosamente natural. Además de autor de un clásico como La murga porteña, historia de un viaje colectivo y otros estudios referenciales, desde hace 20 años dirige la agrupación del Centro Cultural Rojas, en Capital Federal. Además de ser un espectáculo en y para todos los sentidos, la murga del Rojas no distingue entre capacitados y discapacitados, ricos y pobres, rubios y morochos.
En el marco de las actividades impulsadas por DesafiArte, “Coco” Romero vino a Córdoba para dictar talleres docentes de inclusión de discapacitados.
“Desde mis inicios no hago sino aplicar la prédica de Domingo Faustino Sarmiento, quien como maestro aseguraba que ‘toda fiesta es educativa’ y como presidente (1868-1874) restituyó y oficializó los carnavales en el almanaque”, afirma el veterano murguista. Luego precisa que “el primer corso, o los registros de tal manifestación callejera, datan de 1869”. Pocos se imaginan que, detrás del gesto ceñudo del gran sanjuanino, se escondía un espíritu dionisíaco que apreciaba “la unión y libertad que propician las fiestas populares”. Hace un siglo y medio que los carnavales están “permitidos” en la Argentina. Pero todavía cuesta incorporar el concepto y la práctica a la currícula educativa y dentro de las artes, especiales o no. De abajo hacia arriba
–El reconocimiento de la murga, ¿obedece a factores propios o al fenómeno uruguayo? –
Yo los admiro mucho a los uruguayos. Pero me ofusco cuando son lo primero que viene a la mente al hablar de murgas; es como que el fenómeno se asocia únicamente con ellos. Hasta para los encuentros específicos, como los relacionados con inclusión social y discapacidad, mucha gente baraja el nombre de Falta y Resto. Es una agrupación musical fantástica, pero representa un hecho absolutamente escénico que tiene poco que ver con lo que tratamos de llevar adelante como corriente educadora.
–De todos modos, en Argentina costó más asumirla y respetarla como expresión social.
–Sí, pero una vez que prendió, prendió fuerte. El candombe y otros ritmos asociados al carnaval y a la cultura afroamericana o hispano-morisca son inseparables de la idiosincrasia uruguaya. Acaso la diferencia estriba en que Buenos Aires es una ciudad que expulsa. Le costó aceptar el folklore que provenía de los bajos fondos, por así decirlo. El tango sigue siendo el ejemplo más preciso. Pasó un tiempo hasta ser aceptado por las clases medias y altas. En cuanto pudieron, lo volvieron a relegar. El fenómeno tanguero de los últimos años en realidad proviene de afuera o es propiciado por los extranjeros. A su vez, las comparsas originales tienen mucho del tango prostibulario. Cuando una barra corea “esta murga se formó al pie de un conventillo”, ignora que esos versos provienen de una milonga muy vieja y arrabalera.
–¿Que función formativa cumple la murga?, ¿cómo logra disciplinar a quienes les cuesta interpretar y ejecutar consignas?
–Como espacio de libertad, la murga asiste al débil y es una herramienta apropiada para la educación no formal. Enseguida consigue movilizar al retraído, al disminuido, al excluido. Es algo que logra casi automáticamente. Por eso, el docente murguista tiene que tener una visión más amplia del tema. Debe estar formado e involucrarse en la construcción del espacio común. Con ese fin damos estos talleres. En la murga hay que repartir y organizar tareas, desde el pegado de lentejuelas al cuidado de los instrumentos, pasando por la programación de ensayos o la confección de trajes. Hay que trabajar mucho la expresión corporal, en todas sus variantes: baile, malabarismo, contorsión, destreza, etcétera. Uno de los logros es el que acaba de ejemplificar la profesora Liliana Villena, al contar que la murga de “Ckari Kay” ya prácticamente se maneja sola. Ya no la necesitan más a ella.
–El reconocimiento de la murga, ¿obedece a factores propios o al fenómeno uruguayo? –
Yo los admiro mucho a los uruguayos. Pero me ofusco cuando son lo primero que viene a la mente al hablar de murgas; es como que el fenómeno se asocia únicamente con ellos. Hasta para los encuentros específicos, como los relacionados con inclusión social y discapacidad, mucha gente baraja el nombre de Falta y Resto. Es una agrupación musical fantástica, pero representa un hecho absolutamente escénico que tiene poco que ver con lo que tratamos de llevar adelante como corriente educadora.
–De todos modos, en Argentina costó más asumirla y respetarla como expresión social.
–Sí, pero una vez que prendió, prendió fuerte. El candombe y otros ritmos asociados al carnaval y a la cultura afroamericana o hispano-morisca son inseparables de la idiosincrasia uruguaya. Acaso la diferencia estriba en que Buenos Aires es una ciudad que expulsa. Le costó aceptar el folklore que provenía de los bajos fondos, por así decirlo. El tango sigue siendo el ejemplo más preciso. Pasó un tiempo hasta ser aceptado por las clases medias y altas. En cuanto pudieron, lo volvieron a relegar. El fenómeno tanguero de los últimos años en realidad proviene de afuera o es propiciado por los extranjeros. A su vez, las comparsas originales tienen mucho del tango prostibulario. Cuando una barra corea “esta murga se formó al pie de un conventillo”, ignora que esos versos provienen de una milonga muy vieja y arrabalera.
–¿Que función formativa cumple la murga?, ¿cómo logra disciplinar a quienes les cuesta interpretar y ejecutar consignas?
–Como espacio de libertad, la murga asiste al débil y es una herramienta apropiada para la educación no formal. Enseguida consigue movilizar al retraído, al disminuido, al excluido. Es algo que logra casi automáticamente. Por eso, el docente murguista tiene que tener una visión más amplia del tema. Debe estar formado e involucrarse en la construcción del espacio común. Con ese fin damos estos talleres. En la murga hay que repartir y organizar tareas, desde el pegado de lentejuelas al cuidado de los instrumentos, pasando por la programación de ensayos o la confección de trajes. Hay que trabajar mucho la expresión corporal, en todas sus variantes: baile, malabarismo, contorsión, destreza, etcétera. Uno de los logros es el que acaba de ejemplificar la profesora Liliana Villena, al contar que la murga de “Ckari Kay” ya prácticamente se maneja sola. Ya no la necesitan más a ella.
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