domingo, 2 de septiembre de 2018

2003 Entrevista PAG.12 El poder le tiene miedo a la calle


 ENTREVISTA A COCO ROMERO, ESTUDIOSO DEL FENÓMENO DEL CARNAVAL
“El poder le tiene miedo a la calle”

El murguista, que programó en el Rojas un mes de actividades de Carnaval, explica cómo el ingreso de la mujer, el apoyo de la clase media y del rock ayudaron al crecimiento de la murga.
Por Silvina Friera
Más allá de los decretos y prohibiciones que sufrió a lo largo de la historia, el Carnaval y las expresiones artísticas emparentadas con esta fiesta popular resisten cualquier intento de confinarlas a un espacio de expresión periférica. Por el contrario, las murgas, la parte más urbana de este complejo calidoscopio cultural, se multiplicaron, no sólo en la ciudad de Buenos Aires sino en todo el país. Sin embargo, este crecimiento no siempre se traduce en una adecuada reflexión en torno del fenómeno. Coco Romero, coordinador del área “Circo, murga y Carnaval” del Centro Cultural Rojas, decidió programar por primera vez un mes destinado al Carnaval, que comenzó ayer y concluye el próximo 8 de marzo. “Con estas jornadas buscamos demostrar que el Carnaval es un gran firmamento, en el cual la murga es tan sólo una estrella”, dice Romero en la entrevista con Página/12. “Hay un montón de expresiones, como el gaucho disfrazado del padre Madariaga, o el diablito inocente del noroeste argentino, tan válidas y ricas, pero que no son tan conocidas en Buenos Aires”. Todas las actividades se realizarán en el Rojas, Corrientes 2038.
El telón de fondo de este mes destinado al Carnaval es el octavo aniversario de la publicación El corsito, un diario de distribución gratuita que reúne material de divulgación y consulta sobre el Carnaval del país y del mundo. Entre las actividades más destacadas –todas con entrada libre– se presentarán Los Quitapenas, murga nacida hace doce años en el Rojas (formada por veinticinco bailarines, diez cantantes y siete percusionistas), que llevan editados tres discos, y hasta se dieron el gusto de participar en un recital de Divididos. Romero recuerda esa experiencia como una gran ruptura. “Cuando entramos con la murga a Obras, más de cinco mil pibes estaban bailando. En ese momento sentí que algo se quebraba, que había una energía que corría con una fuerza tan grande que rompía todas las barreras sociales”. Romero sostiene que el rock ayudó a difundir la murga. “Lo que contribuyó ‘El tu-ta-tu-ta’, de los Decadentes para desparramar la murga en el país fue tan importante que ninguna tradición oral podría haber funcionado de la misma manera”.
Los Colifatos de la Llanura, de General Villegas, presentarán una versión murguera, tanguera y trágica de la novela Boquitas Pintadas, de Manuel Puig, dirigida por Jesús Pascual. Además, se podrá ver a Culebrón Timbal, el histórico grupo que combina música, poesía, comics y video; Clowns no perecederos (espectáculo dirigido por Cristina Martí) y La fiesta de la comunidad boliviana, entre otros. También se realizarán conferencias, mesas redondas, talleres y seminarios que tendrán como temáticas el Carnaval de Oruro, el diablo en la fiesta, raíces e identidad afroargentina, la experiencia de cirujeo cultural (a cargo de Mauricio Kartún, por su colección “Archivo Mascarita”), los jóvenes, las redes y las murgas, las grandes obras musicales de la historia (“Dos carnavales, el de Schumann y el de Saint-Saëns”), rituales de la fiesta mayor, música de tambores rioplatenses, entre otros temas. “Me hubiera encantado que Pedro Orgambide estuviera con nosotros”, confiesa Romero, que organizó un homenaje para recordar al escritor recientemente fallecido. “Me había encontrado con él para hacerle una entrevista, a propósito de un cuento que él había escrito, ‘La murga’, que se convirtió después en una obra de teatro. Orgambide iba a hablar de los intelectuales y el Carnaval”.
–¿Por qué creció tanto la murga?
–La democracia trajo nuevas instancias organizativas. Nuestro centro cultural es pos democracia. La murga generó un cruce de sectores sociales. Es un fenómeno que incluye elementos que revolucionaron el género, como el ingreso de la mujer y de los sectores medios, y esto provocó una explosión. Al mismo tiempo, los grupos de rock, en mayor o menor medida, le metieron mano a la murga, desde los videos hasta la música propiamentedicha. Esto funcionó como una caja de resonancia en todas partes del país. En cualquier ciudad importante hay murgas, porque la juventud tomó ese espacio como un ámbito propio de crecimiento y expresión. No creo que exista en la Argentina un movimiento tan interesante como el de las murgas que, si bien están fuera del circuito comercial, tienen una participación colectiva muy importante.
–¿Esta participación rompe con las fronteras del barrio?
–Sí, porque la tribu urbana es movediza. El barrio, como el que había en la década del 50, no existe más. Pero para ese imaginario juvenil perdura un barrio inventado. De repente, los pibes viajan una hora para ir a un lugar donde se sienten bien, para generar un espacio que les permita expresarse y con el que se identifican.
–¿Por qué en la Argentina el Carnaval casi siempre estuvo prohibido?
–No sólo aquí. En España, Franco lo prohibió durante cuarenta años. Si sobrevivió fue por la estrategia de muchos grupos que se desplazaron, se acomodaron. El Carnaval de Cádiz pasó a celebrarse con otra fiesta popular a mitad de año y por eso sobrevivió. El poder siempre le tuvo un poco de miedo a la calle. Sin embargo, la sociedad encuentra siempre modos de regular esta censura. El carnaval, como espacio que hereda rituales antiguos, en donde el rey y el esclavo conviven en un mismo terreno, es una idea que a muchos les debe provocar un poco de urticaria.
https://www.pagina12.com.ar/diario/espectaculos/6-16508-2003-02-12.html


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