jueves, 5 de agosto de 2021

1998. El regreso del circo. Bailemos una murga. Diario Clarín- 23 de junio

Clarín suplemento Familia. Página 4
Buenos Aires, martes 23 de junio de 1998
EL REGRESO DEL CIRCO
Bailemos una murga


El Centro Cultural Ricardo Rojas además de ser un importantísimo foco desde el cual se difundió la murga (...)
(...) Nuestra idea fue lograr un punto de inflexión sobre estas teatralidades populares que estaban un poco tapadas” afirma Coco Romero, coordinador del Area Culturas Populares de Centro, que nuclea talleres de circo, clown, varieté, malabares, acrobacia, mimo y murga. La dilatada inscripción indica que los jóvenes se entusiasman con estas actividades. La razón es que son parte de nuestro folklore urbano y tiene raigambre histórica.

El fenómeno ha producido un recambio generacional: “Hoy los pibes bailan murga como hace cuarenta o cincuenta años. Es una cuestión cíclica que se da acá y en otros países, asegura Romero. Se calcula que hay unas cincuenta murgas, seis de las cuales salieron del Rojas (por año estudian esta disciplina unos 100 alumnos, y muchos de los que ya están formados trabajan en la docencia como capacitadores). Las cifras son considerables si tenemos en cuenta que, diez años atrás, el movimiento era casi inexistente. “Es que la murga reúne elementos interesantes, no sólo implica destreza, es un espacio donde se aúnan la plástica, la expresión corporal, el ritmo, el cuerpo y a identidad. Además, se utiliza el cancionero popular que circula por ahí; cuando la gente escucha una canción, ya la tiene incorporada. Básicamente, se trata de la recuperación del juego, del cuerpo y la alegría”, explica Coco Romero.
Y no es un mero juego de palabras: esa recuperación implica que en ese espacio democrático se mezclan el circo, el teatro y la murga, y se utiliza el taller como una estructura de duplicación- porque luego se reproducen en otros lugares -, en la que se aprende una disciplina que también constituye una fuente de trabajo.

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