jueves, 16 de junio de 2016

1999 COCO ROMERO: UN MILITANTE DEL CARNAVAL.


PRIMERA PÁGINA

Periódico de distribución gratuita de Balvanera.
Año 6. Nº 65
Julio 1999. El barrio y su gente. Martín Borja
COCO ROMERO: UN MILITANTE DEL CARNAVAL.
Carnaval, el Dios momo te ha vuelto a soñar/y la murga, despierta divina /fugaz golondrina que siempre volverá…”
Estos versos, escritos alguna vez por el poeta uruguayo Mauricio Rosencof, son el fiel reflejo de una pasión festiva que en todo Uruguay sigue siendo una realidad año tras año, y en Buenos Aires, por ahora, solo un deseo y un recuerdo de tiempos lejanos. Sin embargo, aquí, muy cerca, hay gente que trabaja para que el Carnaval vuelva a ser lo que fue; un gran espacio de expresión popular y artística donde la gente pueda conectarse con su propia identidad cultural. El músico Coco Romero se viene dedicando desde hace 20 años a esta tarea de recuperación, no solo desde la música sino también desde la docencia y la investigación, cosa nada fácil en una época donde el arte popular ha dejado de ser muchos casos un espacio de reflexión social.
Este salteño de 44 años que se crió en Buenos Aires y desde hace una década vive en el barrio de Once, acaba de editar su nuevo disco; La sopa de Solís, junto a su grupo La Brillante, donde deja volar su fascinación por el Rey Momo, a través de un género que da en llamar “murga canción”, una mezcla de distintos ritmos. Romero se ha propuesto siempre fusionar géneros populares. Lo hizo con su grupo La Fuente, cuarteto de folklore y fusión que grabo tres discos y tuvo cierta popularidad entre el “78 y el “83, periodo de plomo y censuras. Un año después emprendió un viaje por el Norte Argentino recopilando material, en lo que sería el prólogo de un trabajo antropológico que hoy está dando sus resultados, a la vista de la gran popularidad que tiene el fenómeno entre los jóvenes. Desde hace 11 años dirige “Los talleres de murga en el Centro Cultural Rojas”, en lo que significa la labor más importante que se hace en la Argentina en cuanto al tema.
¿Cómo se dio tu interés por la murga y como se incorporó en tu vida musical?
Durante el Proceso me preguntaba “Dónde fueron los murgueros”-ese era el titulo de una de mis canciones en esa época-, porque cuando era pibe, para mí la murga era parte del juego natural del barrio. No era la murga política. Era una barriada-en Belgrano- llena de hoteles y pibes de distintas provincias, digamos que “Ir a la kermese, cazar mariposas, jugar a la pelota y hacer murga era o más natural en ese momento”, cuando tenía 13 o 14 años. Todos los barrios tenían murga como una cosa más. Siempre me quedo la ensoñación de lo vivido en esos años. Más tarde, en el grupo La Fuente grabamos con la Murga “Los Funebreros de San Martín, y con los Viciosos de Villa Martelli” y tuvimos muchos rechazos. Cuando decíamos que tocábamos murga sentíamos como una cosa despectiva.

¿Coincidía también con la prohibición del Carnaval por parte de la dictadura?
Creo que iba más allá de eso, era una cuestión más folclórica, metida en la gente. Lo que pasa es que nunca hay que leer la historia del Carnaval descontextualizada de la política. Los problemas del “60”: los bastones largos, la expulsión del campo académico, el ingreso del poder militar, hacen que el festejo popular y todas sus manifestaciones empiecen a declinar. El televisor, la desaparición del barrio como idilio poético, empezó a resquebrajar ese mundo.

¿El interés de la juventud por la militancia política tuvo que ver también con esto?
Si, la juventud tuvo una posición distinta ante el fenómeno, puso su energía en otro lado. Y lo que pasa hoy es que los jóvenes se han volcado de lleno al tema de las murgas por vacíos en otros ámbitos. Por otro lado, en la década del “50” existía una movida, pero lo que pasó fue que los músicos se fueron a otro género, tomaron a la Murga como algo menor y no pensaron que eso podía desarrollarse como género. Entonces, la murga quedo como una “hermana pobre”, como dice Ezequiel Martínez Estrada. La murga es un fenómeno que se fue desparramando por distintas partes del país de manos de la inmigración y del carnaval, que es una fiesta traída por la conquista. Si vas a un pueblo de la provincia de Buenos Aires te encontrase con una Murga de principios de siglo, pero como nunca se hizo cuerpo la idea de que eso fuera un genero, quedo en el rincón de los recuerdos de los protagonistas.

¿En qué medida esto se está  revirtiendo? 
Toda la oleada nueva de grupos de rock que incorporan murgas, me parece que están generando algo, tal vez tardíamente, pero suman y permiten que la cuestión se corra de ese lugar al que fue condenado, salga de ese ostracismo y pueda despertar el monstruito. Toda la incorporación de los músicos, de la gente de teatro, de todo lo que se ha armado en los últimos años con el trabajo de muchísima gente, genera nuevos discursos en torno a esto.

“El Carnaval es una fiesta que nadie le ha otorgado al pueblo, sino que el pueblo se dio a sí mismo” (Goethe)
Hace 23 años la dictadura de Videla los festejos carnavalescos y mediantes la ley 21.329 elimina los dos feriados tradicionales. El Reinado de Dios Momo, incluyendo las máscaras, los disfraces, la serpentina y el papel picado-y hasta la propia Colombina-, quedaron guardados en un cajón esperando que corrieran mejores vientos. Mientras tanto, los habitantes de esta ciudad no salían de su encierro, salvo para festejar en la calle los mundiales de fútbol y las declaraciones de guerra.
“Cuando dicen que el Carnaval está prohibido por decreto me parece una gran metáfora de la sociedad del Rio de la Plata, porque en el Norte y en Entre Ríos se festeja el Carnaval como siempre. ¿Por qué? Por una tradición más firme, por una cercanía a la tierra, porque está instalado de otra manera. En un momento en el norte estaban en emergencia por el cólera, el gobierno decía “no, se van a contaminar” y a ellos no les importaba y lo hacían igual…”
¿Cómo se fue dando el trabajo docente con los jóvenes y qué recepción lograste en un principio?
El primer taller lo hice junto a un antropólogo, Santillán Güemes, con el que trabaje muchísimo y seguimos haciendo cosas juntos. Como diría Tuñón “tuve alianzas fraternales “con investigadores y especialistas en el tema. En estos 11 años, dé aquí salieron murgas que hoy están en muchos barrios, y el movimiento tiene una dimensión increíble. La murga “Los Quitapenas “es la primera que salió de los talleres y es la que más trabajo conmigo. A mi entender es la que resulto con mas rasgos representativos del concepto de recuperación a través de lo artístico y lo que denominamos “La murga de taller”. Igualmente todos están ganando nuevos espacios. Se fundó una Federación y hoy, solamente en Capital, hay un movimiento de “60 agrupaciones”.
Por aquella idea de que “no se puede defender lo que no se conoce” es decir, desde hace 4 años, Coco Romero edita “El Corsito”, una publicación gratuita que se ocupa de difundir el ideario de la murga y el carnaval como expresión artística. “Como me he dedicado casi durante 20 años a juntar material del Carnaval, tengo un archivo que no me interesa guardármelo a  mí no me sirve de nada, es más útil si está girando” –aclara-. Llega a todo tipo de gente. Con el objeto de difundir e intercambiar material, últimamente el músico ha viajado por Cuba, España, Bolivia, países donde esta tradición se encuentra muy enraizada y vigorosa.
“Eso se da por una  fuerte asociación de distintos sectores de la comunidad, intelectuales, obreros, estudiantes, músicos y eso es muy interesante y vital. Para mí el compromiso ya no pasa por decir “viva alguien” sino porque esa comunidad pueda volcar en algo sus sentimientos y sus cosas. Cada pueblo va generando, detrás de un discurso carnavalesco, su historia. Si yo junto a cien tipos y les hago cantar “La marcha de Pepito” es una cosa, pero si yo puedo generar el entusiasmo de que esas cien personas desarrollan su discursos, esto no para. Hoy, cuando el sistema se está cayendo a pedazos, el espacio social de intercambio cumple funciones de educación no formal, y todos debemos fortalecernos en eso. Ese espacio tardará en llegar lo que tenga que tardar, pero mientras siga avanzando vamos muy bien…”






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