miércoles, 29 de julio de 2020

1994 Presentación del CD: Murga, vuelo brujo (Recortes de prensa)



2007. La Madrid- Bs.As. Charla Murga. arte en movimiento




1992 Aguante Murga espectáculo de Poesía.música- murga y títeres ATE. LA HISTORIA DEL ESPECTÁCULO





AGUANTE MURGA

Algo de historia 
La idea de este espectáculo surgió después de escuchar a Javier Villafañe contar que el siempre estaba haciendo algo, levantarse temprano para escribir y acostarse tarde compartiendo vida con sus amigos, si la muerte viene a buscarte si estás ocupado se lleva alguien que no hace nada, esa era su reflexión. El concepto lo tomo de un cuento popular latinoamericano donde la muerte viene a buscar a María, llega y pregunta por ella y le responden que está cosechando y la parca se lleva al primero que encuentra, y así sigue el cuento, nunca la puede encontrar quieta siempre haciendo y así se olvida de María y sigue su camino.Me gusto la idea de dar respuesta a la Muerte desde la Murga: una canción, un recitado, el baile, el bombo, se lo planteé a Tato Serrano por entonces poeta murguero que era parte del proyecto y bajó la idea al papel, la fuimos redondeando, y luego con la dirección de la puesta en escena se terminó de ajustar. El final de la obra lo resolvimos convenciendo a la Muerte que lo mejor era sumarse a la Murga. Esta idea además de lo artístico y conceptual fue importante para mí, por la unión y participación de murgueros de la Vieja Guardia (Los viejos murgueros) como Nito Chadrés, Eduardo Pérez (Nariz), Armando, el Bebe Lamas, y como representante de la nueva generación el Gallego Espiño, el aporte y búsqueda de un camino con Los Quitapenas que transitaban su segundo año de vida. La incorporación de los títeres (otra disciplina que quiero), para el ciclo contamos con los titiriteros: Héctor Barreiro y Mariana Brodiano (Quitapenas) que le dieron vida a los dos personajes: El Presentador de la murga y La Muerte respectivamente. El grupo musical Yo lo vi con músicos amigos. La plástica y el arte de difusión a cargo de Cristina Arraga, esa fue la apuesta en los comienzos de los 90, la música, la murga, la plástica, los títeres, la poesía y el cruce generacional de nuestros artistas del Carnaval.









1994 HOJA DEL ROJAS diciembre







jueves, 23 de julio de 2020

2010. Murgueros del ECHUNI. Carnaval toda la vida

Los murgueros del ECHUNI
Por Daniel Gaguine
Noticias urbanas jueves 25 de febrero 2010
Sección El Ventrilocuo


2012 El jardinero del árbol del Carnaval por Jorge Dubatti. Libro: Los Talleres de murga del Rojas. El árbol genealógico...

Diario Tiempo Argentino por Jorge Dubatti

Coco Romero
El jardinero del árbol del Carnaval
Compilado por Romero, Talleres de murga del Rojas, reúne testimonios que iluminan los procesos culturales en la pos dictadura. La murga es para el especialista “el ingreso a las bellas arte de nuestros sectores populares” Jorge Dubatti

Uno de los períodos más fascinantes de la historia argentina, por los procesos culturales que en él se producen, es la llamada “pos dictadura”, es decir, los años que siguen inmediatamente la dictadura de 1976-1983. Es un momento de restallante alegría, de auténtica fiesta, pero también de dolorosa toma de conciencia y de duelo: se recupera felizmente la institucionalidad democrática, pero a la par se redescubre y redefine el país bajo las consecuencias de una dictadura aberrante que, asumiendo otras formas, se empeña en continuar velada o abiertamente, condicionando la democracia. Se comprende entonces que en la Argentina, después del quiebre insondable de la dictadura, ya nada podrá ser igual.

Recién en la posdictadura pudo dimensionarse el legado de horro que dejaba la dictadura militar, sumados los años del accionar de la Alianza Anticomunista Argentina Triple A entre 1973-1976: 30 mil desaparecidos, campos de concentración, tortura y asesinato, exilio, censura, terror, subjetividad hegemónica de derecha y complicidad civil. La posdictadura implicó mirar de frente el horror y contrarrestarlo, asumirlo a la vez como lo irreparable, como una continuidad repudiable y no deseada, como trauma. En algunos casos, la lucha prometía frutos compensatorios, en otros, el duelo se sabía imposible.

Pronto, el arte se manifestó como una de las herramientas más poderosas de la post dictadura para reconstituir el tejido social, construir memoria, llevar adelante los juicios, denunciar la remanencia de las estructuras dictatoriales e ir produciendo nuevas formas de subjetividad, resistencia y resiliencia. En ese contexto proliferaron con éxito diferentes iniciativas: el teatro comunitario, el teatro callejero, la narración oral, el clown, la danza, las performances de todo tipo, el trabajo grupal y los innumerables espacios del Plan Cultural en Barrios, y especialmente una forma de expresión popular, la murga, corazón del Carnaval recuperado por la democracia, que pronto rebasó los días específicos de festividad para transformarse en una práctica de todo el año. Entre otros agentes culturales, una institución y un artista fueron protagónicos en el desarrollo de esos procesos: el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas (fundado en 1984 por la Universidad de Buenos Aires) y Coco Romero, uno de los hombres que más sabe de Carnaval en el mundo hispánico, como practicante y como teórico. Así lo registra el flamante volumen de entrevistas Talleres de murga del Rojas. El árbol genealógico (Libros del Rojas), donde ofrecen su palabra los murgueros que participaron de los talleres del Rojas entre l989 y 2003. Sus testimonios son invalorables para comprender los nuevos procesos culturales en materia de identidad, integración social, vínculos con el pasado, terapéutica sanadora y múltiples dimensiones de la corporalidad.

Romero define la murga como “el ingreso a las bellas artes de nuestros sectores populares”, y explica en este libro el espíritu que animaba aquellos talleres que le dieron a la murga un marco institucional, de aprendizaje y transmisión sistemáticos, abiertos en 1988 y sostenidos hasta hoy, durante 25 años "La idea era generar entre los asistentes entusiasmo por lo que nos era propio, indagación en la fiesta milenaria que atraviesa nuestra breve historia, que se sumerge en la tradición de las agrupaciones del Carnaval porteño.

Del mismo modo, valorar a la guardia vieja murguera y a todos los artistas carnavaleros que dieron lo mejor de sí durante más de un siglo”, afirma en las primeras páginas.

Ciertamente esos 25 años de trabajo han tenido estimables consecuencias, como las que señalan los entrevistados, en el libro. Del Rojas salieron numerosas murgas: “Los Quitapenas”, “Los Traficantes de Matracas” , “Gambeteando el Empedrado”, “Los Acalambrados de las Patas”, “Envasados en Origen”, “Tirados a la Marchanta”, “De Paso Cañazo” “Viva la Pepa”, entre otras.

El Rojas comenzó a publicar en 1995 el periódico El Corsito, que ya va por el número 42. La buena cosecha está a la vista. La cultura de la murga y el Carnaval se ha afianzado en la Argentina a tal punto que desde 2011 se restituyó a las fiestas el feriado en el calendario oficial.

En la tapa del libro se observa un hermoso dibujo de un árbol de firme tronco negro y gruesas ramas, cuyo extendido follaje está hecho de papel picado y serpentinas de todos los colores.

El subtítulo juega con la idea del “árbol genealógico” y Coco Romero explica que Talleres de murga del Rojas es un libro árbol” porque en estos espacios institucionales el Carnaval y la murga han fortalecido sus raíces y sus copa y las ramas siguen extendiéndose. Los jardineros del árbol frondoso han sido, junto a Romero, “cientos de jóvenes y adultos que pasaron por las talleres del Rojas llevando la idea de la que se apropiaron y que compartieron de acuerdo con su buen saber y entender”. Es el mismo símbolo del árbol del que se vale Ricardo Rojas en Eurindia (1924), cuando propone la teoría de su nacionalismo democrático según la que "las nacionalidades son entidades súper orgánicas semejantes, en su misterio de vida, a lo que son los árboles la civilización humana, en su conjunto, una selva”.

Entre los 25 entrevistados están Ricardo Santillán Güemes, Luciana Vainer, Cristina Arraga, Teté Aguirre, Leandro Otero, Ana Geréz, Jorge Seoane, Marcelo Tomé. El libro incluye además un artículo de Alicia Martin, historiadora del Carnaval de la UBA, quien ubica la experiencia de los talleres de murga del Rojas en el contexto del movimiento de revalorización del Carnaval en los primeros años de la pos dictadura. Se suma un importante dossier de fotos color. Varios de los capítulos se abre además con un dibujo murguero de César Domínguez, Martín Di Nápoli, Cristina Arraga o Marcelo Tomé.

Talleres de murga del Rojas es un libro insoslayable para comprender la cultura argentina del presente y del pasado inmediato. Amplía y enriquece las perspectivas de un libro anterior de Coco Romero: La murga porteña. Historia de un viaje colectivo (2006), que no por nada se cierra con un "Continuará…”

miércoles, 22 de julio de 2020

2003 QUE DEJO CARNAL Pablo Vazquez Diario Popular

Nota diario Popular, Pablo Vazquez
Que dejó Carnal

2003. Un concierto polifónico Clarín -Viajes. Por Coco Romero en la sección El Mirador. Viajes y Turismo

EL MIRADOR
VIAJES & TURISMO – CLARIN Domingo 16 de febrero de 2003
Un concierto polifónico
Coco Romero: Músico e investigador del C. C. R. Rojas UBA

El diccionario de la Real Academia Española lo define, en su segunda acepción, como “fiesta popular que se celebra en los tres días que preceden a la Cuaresma, y consiste en mascaradas, comparsas, bailes y otros regocijos bulliciosos”. Es que el carnaval, cuyo origen se remonta a la Antigüedad, es considerado hoy como una fiesta profana ligada a la religión cristiana: sin la contra cara del concepto de Cuaresma – tiempo litúrgico de penitencia y preparación de la Pascua de la Resurrección, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo -, no existiría en la forma concreta en que se festeja desde la Edad Media. Carnaval, entonces, es sinónimo entonces de dejar la carne en anuncio de ayunos y abstinencias. Pese a que pocos le den ya ese sentido, la palabra carnaval, bastante moderna, no deja dudas: deriva del italiano “carnevale” (de carne – levare, quitar la carne), usada durante los siglos XIV, XV y XVI. Términos usados antiguamente son Carnal y carnestoltes.
El caso es que en febrero, o en los primeros días de marzo, según el calendario, las andanzas de Carnal en el mundo se hacen presentes en la geografía de nuestro país a través de variadas formas de representación. Como los sonidos de bombo y bronce crudo de las murgas porteñas, que dan la base rítmica a la danza que seduce y a la crítica; o los gritos de Los Mascaritas a Caballo de Madariaga, de las tierras del Tuyú, donde los gauchos disfrazados desafían con sus payadas cualquier tema; o las majestuosas carrozas de Gualeguaychú, base fundamental del espectáculo, y sus murgas de cornetas. Todos, en ese tiempo de reinado efímero de Momo, ponen en escena sus artes: música, poesía, plástica, danzas y teatro que se confunden en un concierto polifónico y plural.
En la Argentina hay tres regiones fuertes de la celebración del carnaval, el Río e la Plata, con la marca de la murga y la comparsa; el litoral, con la influencia del poderoso carnaval de Río de Janeiro; y el noroeste, con la mimesis de la cultura andina y rural. Regiones donde las fronteras se rompen. Sin embargo, he descubierto en los viajes de investigación que realice que hay una cuarta región: la de los exilios. Los que fueron en busca de una tierra mejor, por ideales, trabajo o por amor, ya instalados recrean cuando llega el carnaval el folklore de su infancia. Así es como podemos ver en San Juan murgas al estilo porteño y en Comodoro Rivadavia, comparsas salteñas o diabladas; en Pico Truncado, tamboriles desafiando al viento y en Buenos Aires, rituales del noroeste, murgas uruguayas o el carnaval carioca.

2020. Coco Romero: “La murga da alegría sin que nadie se la pida”



Coco Romero: “La murga da alegría sin que nadie se la pida”: Por Mariano Nieva

CULTURA //// 01.03.2020

Coco Romero: “La murga da alegría sin que nadie se la pida”
Coco Romero es músico e historiador de murgas y carnavales, en un reportaje ofrecido a Agencia Paco Urondo (APU) y al programa El Jardín de los Presentes (FM Zoe 107.1) recordó sus inicios en el rock con su grupo La Fuente, los avatares que atravesó la fiesta del carnaval en nuestro país y contó además, cómo se puede ofrecer resistencia a puro baile, galera y bastón.

Agencia Paco Urondo: De muy chico un regalo de tu padre fue decisivo para todo lo que vino después para vos, artísticamente hablando. ¿Cómo fue ese momento?

Coco Romero: Fue muy importante para mí la viola que me regaló mi viejo a los 15 años. Por entonces, laburaba en una tintorería y pasaba siempre por la plaza donde está la iglesia conocida como La Redonda ubicada en el barrio de Belgrano. Un día me hice amigo de un pibe que era hijo de un portero de una escuela de la zona y empecé a parar en la plaza con él. Así fue como conocí a Miguel Botafogo con quien con el tiempo comenzamos a ensayar en la peluquería que tenía su papá a media cuadra de allí. De esta forma, entramos los dos en el mundo del rock and roll. Es más, recuerdo a un chabón que andaba por ahí también al que le decían Mandinga, que con los años fue productor y que en aquel tiempo tenía contacto con la gente de la Pesada del Rock and Roll y Pappo’s Blues. A veces venía y nos preguntaba, ¿quién quiere trabajar de plomo? Y enseguida nos anotábamos todos, y así terminé siendo asistente de esas dos grandes bandas y además, aprendí a tocar el bajo mirando a Alejandro Medina.

APU: Tiempo después vas a formar La Fuente. ¿De dónde vienen las influencias musicales que van a marcar el espíritu del grupo?

CR: Con La Fuente nuestra escuela fue el rock nacional. Yo me crié escuchando el primer disco de Almendra (1969) que además de lo geniales que eran ellos cuatro, tenía un gran arreglador como Rodolfo Alchourrón y el álbum debut de Manal (1970), que para nosotros era un viaje al más allá donde no podíamos creer como unos pibes de barrio podían tocar así.

Por otro lado, vi la peli de Woodstock (1970) dirigida por Michael Wadleigh en el cine Ritz, que estaba en avenida Cabildo y Olleros, montones de veces, y escuchar y ver a Crosby, Steel, Nash & Young era una locura. Así, nosotros nos fuimos alimentando.

En esa época también con Tommy Gubitsch toqué en el secundario y fui bajista con Botafogo como te conté, durante muchos años. Yo pintaba cuadros y siendo muy joven hice algunas exposiciones en la desaparecida Galería Lirolay que estaba sobre la calle Esmeralda en el centro de la ciudad de Buenos Aires. En ese tiempo trabajaba ocho horas diarias, pero me daba cuenta que esa vida solitaria que llevaba no era acorde con lo que se estaba viviendo en el país. Además, yo veía que a mi alrededor había muchos/as jóvenes que se comprometían y que sabían lo que estaba pasando, y eso de alguna manera alivianaba el dolor que muchos/as sentíamos.

Ya en el año 77 la vida me juntó con Uki Tolosa en una pensión de San Isidro y ahí desarrollamos un proyecto que se llamó La Fuente. Comenzamos como dúo, se sumó Andy Grimsditch e inmediatamente después Ricardo Onfel, y pasamos a ser un cuarteto. La banda funcionó hasta el 83, o sea que atravesó toda la etapa de la dictadura.

APU: ¿Qué importancia les atribuís a los gestores culturales, esos personajes que fueron tan importantes en el mundo de las ideas de la época?

CR: Aquel fue un movimiento cultural muy importante en donde había tipos como Miguel Grinberg, Jorge Pistocchi y Donvi Vitale entre otros, que para nosotros fueron usinas fundamentales. Los tres discos que tiene La Fuente fueron grabados con Donvi en su sello MIA (Músicos Independientes Asociados). Ellos además, tenían una lectura muy importante de lo que estaba pasando, por la particularidad de tener un contacto personal con la gente.

Por otra parte, creo que a la poesía, a la música y a todo el movimiento artístico que hubo en aquellos años todavía no se le puso la luz que debería tener esa etapa. Muchos/as recién con la llegada de la democracia comenzaron a tener algunos conocimientos de cómo gestionar cultura. Antes, hacíamos las cosas como nos salía y como podíamos. Además, no sabíamos hacer otra cosa. Yo recuerdo a los 16 años ir a Parque Centenario a escuchar a Miguel Grinberg hablando sobre cómo vivir en comunidad. Y eso es algo que intento hoy, hacer y enseñar a los más jóvenes cuando hablo de murga y carnaval por ejemplo. Que se debe tomar la experiencia de los mayores, porque es importantísimo entender que ellos al transitar primero, nos alivianaron el camino.



APU: Decías que La Fuente duró prácticamente todo el periodo que gobernó la Junta Militar. ¿De qué hablaban sus letras teniendo en cuenta un contexto de fuerte represión y censura?

CR: Lo interesante de La Fuente también era que nosotros en las letras hablábamos de la murga, los/as desaparecidos/as, los/las chicos/as de la calle, en contra de la conquista de América. Todo eso estaba presente en nuestras canciones. Y gracias al público que nos acompañaba pudimos hacer el estadio de Vélez donde presentamos La Pasión según San Juan, una obra escrita por Alejandro Mayol, un cura que integró el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) y que tuvo que firmar como Francisco del Buen Viaje como seudónimo, porque pesaba sobre él algún tipo de proscripción por parte de la Iglesia, y llenamos también Obras Sanitarias sólo repartiendo volantes. Nos seguía mucha gente porque fuimos parte de una resistencia cultural para la época, donde además quiero destacar a Resorte Hornos que con su arte gráfica era muy importante para nosotros para poder comunicar con la imagen también todo aquello que teníamos para decir.

“La vaca soñada” que está en nuestro segundo disco El grito primal (1983) tiene una letra que es una metáfora sobre los desaparecidos, aunque los milicos nos hostigaban mucho más por el contenido del tema “Requiem a la civilización incaica” escrito en 1981.

APU: ¿Recordás algún hecho puntual en el que se dieron cuenta del riesgo que corrían por ser parte de esa resistencia cultural a la que te referís?

CR: Sí claro. Una vez el Gordo Pierre Bayona, productor que descubrió a Sui Generis, la Pesada del Rock and Roll, responsable del regreso de Pedro y Pablo, creador de Piero con Prema, y al que Los Redondos le dedicaron la canción “Pierre el Vitricida”, nos convocó en 1978 a que seamos soporte, al año siguiente, de Luis AlbertoSpinetta, Vox Dei y Alejandro Medina.

Una noche caen un par de tipos de los servicios y nos dicen a Uki y a mí que los temas que hacíamos con La Fuente no los podíamos tocar, y nosotros que éramos unos inconscientes los tocamos igual. La cosa terminó en que a los dos días en el teatro La Botonera de Mar del Plata donde actuábamos, cayó una requisa policial en el momento en que El Negro Medina estaba haciendo sus canciones y se clausuró la sala y el ciclo de shows.

APU: Por otra parte y escuchando el material de La Fuente, aparece claramente la fusión con el folclore tan característica de la época.

CR: Totalmente, nosotros grabamos la canción “Todos juntos” de Los Jaivas en una reedición de 1982 de nuestro primer disco La Fuente porque Interdisc, la empresa donde estábamos fichados y que nos editó ese material, nos ponía un poco en esa onda. Esos sonidos de folclore que vos advertís muy bien, van a aparecer de manera definitiva cuando se sumaron a la banda dos chicos jujeños, Rosendo Martínez y Julio Díaz. Con ellos, metimos el espacio festivo que para nosotros significaba resistir y vivir un momento de vitalidad sabiendo que enfrente teníamos a los milicos. A partir de ahí, en todos los finales de los conciertos de La Fuente había un huayno y una murga, como cuando cerramos nuestra participación en el festival de la revista Pan Caliente que dirigía Jorge Pistocchi en la cancha de Excursionistas en el 82.



Carnaval toda la vida

APU: Siendo un hombre claramente alcanzado por la cultura rock. ¿Cuándo aparece la murga en tu vida y en tu carrera artística?

CR: La murga y el rock son parte de mi formación. Recuerdo a Pajarito Zaguri cuando sacó su disco La murga del rock and roll (1976) que lo bautizó de esa manera porque su tío le enseñaba canciones de las murgas cuando era pibe. Yo siendo muy chico salía en “Los Mareados de Belgrano R” y en “Los Pecosos de Chacarita” y ni siquiera tenía levita, porque en ese tiempo te la tenías que ganar demostrando en el baile que te la merecías.

Después empecé con los cantos murgueros en el 79. En aquel momento nuestros shows cerraban con unas coplas que se fueron transformando en ese ritmo, además había un grupo de pibes/as que nos seguían que eran “Los Fuenteanos” que bailaban murga y todo eso fue como una señal para mí. “La verdad siempre escondida” compuesto por Uki, y que es una especie de himno de La Fuente, y “¿Dónde fueron los murgueros?” eran los temas elegidos para el final de las presentaciones.

Por otra parte, había un personaje al que yo quiero muchísimo y que es Alejandro del Prado, con quien una vez tocamos juntos con el Negro Rada e hicimos un candombe en Canal 9. Me acuerdo que Ale andaba con su bombo de Nueva Chicago cantando por todos lados “La murguita de Villa Real”. Después en 1983 grabaron con nosotros dos murgueros integrantes de “Los Funebreros de San Martín” y lo que me gustaba mucho de ellos era su épica. Esto de que la murga da alegría sin que nadie se la pida, una especie de trabajo comunitario natural. Así que de aquella época me fueron quedando imágenes muy fuertes.

APU: Con el paso del tiempo te fuiste convirtiendo además en un estudioso de todo lo que tiene que ver con el carnaval.

CR: Para que tengas una idea tengo un archivo de unos 1800 libros sobre carnaval y para mi es importante transmitirlo. Trabajo en el Centro Cultural Ricardo Rojas que pertenece a la Universidad de Buenos Aires (UBA) hace 32 años y en un momento, propuse editar una publicación llamada El corsito que salió durante 20 años y que en sus casi 50 números tuvo una tirada de unos 10 mil ejemplares. En sus páginas de alguna manera volqué todo lo que había encontrado en el material bibliográfico que fui acopiando, como por ejemplo la figura de Momo que es una deidad alegórica echada del Olimpo de los dioses por criticar el panteón de los griegos hace 2500 años a. C.

APU: Según tus investigaciones, ¿de dónde concluís que es el origen de la murga tal como la conocemos?

CR: La murga es de origen gaditano, del sur de España. Porque no es rioplatense como muchos/as creen, de hecho la primera compañía uruguaya se llamaba “La gaditana que se va”, que nace de un grupo de actores oriundos de ese lugar de la península ibérica que van a hacer teatro en las calles del Uruguay. El pueblo trabajador, los canillitas fundamentalmente, vieron eso y en homenaje a ese espectáculo callejero bautizaron así a la murga. Además, “entrada, popurrí y cuplé” son términos actualmente en uso que vienen del carnaval gaditano de Cádiz y son herencia de la tradición europea.

APU: ¿Y qué pudiste descubrir de las murgas y el carnaval en nuestro país? ¿Qué se puede contar como lo más destacado?

CR: Hay tanto para contar. La murga va a estar presente desde 1890, que es un poco lo que quise reflejar en mi libro La murga porteña. Historia de un viaje colectivo (2006), y donde intenté poner todo el material que pude juntar.

Por ejemplo, Juan Bautista Alberdi que no sólo era un gran intelectual de la época sino que también hacia música, usando el apodo de “Figarillo” le escribió un himno a Momo. A Sarmiento le encantaba el carnaval que había conocido en Roma cuando hizo un viaje a Italia. Y tanto fue así que cuando asumió su presidencia (1868-1874) restableció el carnaval como fiesta popular.

Después está la historia de Angel Villoldo, el padre del tango que falleció en San Telmo, y que compuso en 1919 para la “Murga de los Nenes de Mamá Vieja”; esa melodía va a ser la que las murgas van a tomar para cantar por los próximos 120 años. Homero Manzi por su parte, escribió sus primeras letras para estas agrupaciones.

Investigando también, pude comprobar que en la localidad de Campana en la provincia de Buenos Aires, había murgas de tradición gaditana que existieron entre los años 1910 y 1930. “La Marcha peronista” por caso viene de un grupo de carnaval que actuaba en un club de Barracas y que luego va a llevar la firma de Oscar Ivanicevich como coautor. Más tarde, el carnaval gracias a ese vínculo que construyó con el peronismo va a perder fuerza cuando en 1955 el golpe de Estado de la Revolución Libertadora que derrocó al General Perón, ordenó la quema de un archivo muy importante que existía de toda esta cultura popular.

APU: ¿Y cómo vivís hoy estos tiempos donde los corsos se multiplicaron por la ciudad teniendo en cuenta tu largo recorrido y los avatares por los que atravesaste?

CR: Yo ahora vivo el carnaval de una manera bien picante, por un lado soy jurado de murgas en San Isidro y por el otro, en el Centro Cultural Ricardo Rojas organicé desde el 17 de febrero y hasta el 29, una movida con entrada gratuita llamada “La constelación murguera y carnavalera del Rojas”. Como te dije, hace muchos años que estoy con el tema así que pensé hacer un mapa para mostrar dónde están las ramificaciones de todo este tiempo de trabajo. En estas jornadas hubo cuatro números fuertes como “Los Quitapenas” que cumplen 30 años de existencia y que son además la primer murga que salió del Rojas, “Garufa” del barrio de Constitución, “Los Garciarena” y el cierre con “Despelotango” que interpretan una mixtura de tango alegre y murga de salón. Esto fue en la calle, hubo también muestras plásticas, talleres y charlas.



2001. Coco Romero: La murga, río subterráneo que desborda. Revista Canto Maestro





LA MURGA, RÍO SUBTERRÁNEO QUE DESBORDA
Nota de opinión de Coco Romero, músico, docente e investigador del carnaval que, a su vez, coordina el área Culturas Populares del Centro Cultural R. Rojas de la UBA, para la Revista Canto Maestro nº 11.

Carnaval toda la vida, murga por todos lados. Qué es esto? Este marzo dos mil uno me trae algunos recuerdos, tiempos oscuros y claros en la memoria. Momentos emblemáticos, fuertes en la creación de esta gran murga que hoy está presente.

La murga es de todos y no tiene dueño. Cruzó la oscuridad de la dictadura, cruza ahora la dictadura del dinero y la cultura espectáculo, léase actos multitudinarios para funcionarios de turno que muestran la convocatoria de gente como el cazador muestra su trofeo, una cabeza embalsamada. En la última década pocos son los que intentaron hacer otra cosa, desde el poder. El decreto 21329 del año 76 de la Junta Militar borró del calendario la fecha del carnaval sin embargo las murgas existentes en este tiempo en su mayoría se las ingeniaron para seguir saliendo. Resistiendo, mantuvieron el fueguito encendido con sus recitados y canciones y la vital y arrolladora energía de la danza. El baile tribal de la murga permitió un discurso corporal único, eléctrico, cautivante y atrapador de las próximas generaciones. Patadas, tres saltos, piruetas alocadas excesivas y derrochando energía. Una lectura desde la desestructuración. Bronca, desahogo. Danza primitiva, danza que saca el veneno bailando.

Energetizado por ese baile colectivo algunos barrios de la ciudad mantuvieron latente su cantar y decir, y el conurbano con sus murgas y comparsas pusieron en los tiempos más oscuros sus cuerpos. No tocaban sus bombos cuando iban de un lado a otro, andaban en silencio, tocaban dentro del lugar establecido, en su mayoría clubes de barrio. Lo predominante del discurso de los artistas del carnaval era divertirse y divertir. Alegrar para no entristecer. Y aguantar porque esta es la que nos tocó. En esta tierra nacimos. De ese modo siguieron con la tradición murguera de décadas pasadas, como algo natural. Un aporte a veces olvidado fue que las murgas y comparsas del conurbano, fueron determinantes en la participación de los festejos de Momo en las décadas del setenta y ochenta. Hacer el aguante para que la murga crezca, sin proponérselo, solo haciendo.

También existían en ese tiempo expresiones parecidas en el rock nacional, pequeños recitales donde la juventud se reunía bajo el régimen y compartía ideales. Se incursionaba en la estética murguera sin una conexión con esas murgas barriales con tradición (por la lógica de espacios distintos) pero si que acontecían en el mismo tiempo. Remarco el tema de los espacios que no se encontraban, eran otras frecuencias, otros gustos y músicas. Otros sectores de la sociedad. Pero una realidad común, resistir como se podía el estado autoritario. Uno de esos lugares durante buena parte del proceso militar fueron los recitales donde actúo "La Fuente", grupo perteneciente a la fusión del rock y folklore norteño la gente terminaba bailando un huayno (música del norte) o murga, tal es así que naturalmente un grupo de jóvenes formó la murga espontánea que seguía al grupo en todas las presentaciones en el período histórico 78 al 83.

En los primeros años de los 70 los espacios públicos eran tomados por los jóvenes a través de la poesía, guitarras, otras vestimentas, plástica, teatro, encuentros en los parques que permitían soñar, un especie de carnaval subterráneo que cruzaba la década de violencia. Un carnaval ambulante, sin corso establecido que se armaba en cualquier plaza.
Canciones, publicaciones hechas a pulmón a mimeógrafo, compartir una ronda con acordes de algún instrumento escuchando algún juglar urbano.La murga y el rock fueron ríos subterráneos con sus propios rituales, que durante la dictadura generaron un espacio de resistencia y contracultura a través de la fiesta del encuentro y las disciplinas del arte, y que en los años democráticos crecen se desarrollan y buscan su identidad. Los Redondos por esa época eran un grupo referencial de aquella agitada movida. El músico Alejandro del Prado con su bombo cantando "La Murguita de Villa Real" o "La Fuente" compartiendo un tema con "Los Funebreros de San Martín", murga fuerte del conurbano porteño. No olvido el canto popular uruguayo a través de grupos como "Rumbos" o "Los que Iban cantando" que visitaban nuestra ciudad contando la épica del mundo carnavalero de la vecina orilla de otra manera. Canciones fuertes como una murga, que hablaban de ella con la pasión de un murguero más.Durante el año 83 en la tercera edición de Teatro Abierto después del incendio intencional del Teatro del Picadero por manos de personajes siniestros se organizó un cortejo carnavalesco teatral que convocó a murgas, músicos, teatreros, titiriteros, bailarines, escuelas de arte, todos bajo la consigna de la Quema de la Censura en un espacio público. El desfile se desarrolló en el mes de la primavera se recogieron simbólicamente las llamas del teatro con un único cartel "Teatro Abierto 83". Marcharon, murgas de la Paternal, Saavedra, Boulogne, Laferrere, Por la Vuelta, y los grupos Teatro Fantástico, San Pedro Telmo, Agrupación de Estudiantes de Teatro, La Asociación Argentina de Actores y de titiriteros. Se bailaba murga y chacareras o se actuaba en cada esquina. Disfraces, personajes teatrales, animales, seres fantásticos. Se realizó una marcha hacia Parque Lezama donde se quemó a Doña Censura al ritmo de bombos y platillos. En lo personal fue una de las visiones que alumbró el proyecto que se gestaría años después, en el Rojas a través de los talleres. La murga tradicional se mantuvo latiendo en lo artístico y valorizo el hecho social de este fenómeno. Años después ya en tiempo democrático ATC (hoy Canal 7) emitió un video dirigido por Eduardo Mignogna "Mocosos y Chiflados". Este material provocó tal revuelo que desataría en los primeros años de la democracia un antecedente interesante. Una bisagra en el género. La murga en primer plano como protagonista de una zaga que solo brillaba en algunos barrios, brilló en todo el país a través de la imagen televisiva. Los murgueros con sus memorias, cantando y contando su vida poblaron el imaginario y dieron rienda suelta a la fantasía. La escena final del video muestra el baile de los murgueros protagonistas: Tarantela, Lauchín y el Tano Carmelo en la vereda del Teatro Colón, mostrando nuestra aldea en ese cruce de la cultura popular y lo culto.
La recuperación de la democracia trae naturalmente asociaciones distintas. Ha unido estos ríos potentes, que reelaboran lo propio. Puesta en escena evidente es la recuperación de los parches, liberación del cuerpo a través de la danza, el bombo con platillo como un vehículo de expresión no sólo como signo de marchas políticas, El bombo como instrumento de la selva de cemento. La participación activa de la mujer, primero con la apropiación del baile masculino y del disfraz (levita) y ahora como una protagonista indiscutida de esta etapa histórica de la murga .
Lo simbólico de esta situación es que el carnaval fue negado en el calendario por la Junta Militar y la Democracia no le restituyó su lugar, sin embargo a pesar de todo, el movimiento murgueril- carnavalesco urbano es masivo y participativo. Crece sin apoyo real (hay una salvedad que es la Ciudad Autónoma, que por una ordenanza las agrupaciones son Patrimonio Cultural, esto equivale a un presupuesto que ha permitido armar una buena cantidad de corsos) alternativa impensada en el interior del país que sólo crecen con el entusiasmo que ponen sus integrantes. Para nosotros lo mejor es seguir trabajando con y en libertad. Balancear las energías, apostando al crecimiento personal y colectivo. La resistencia en la gran murga ocupó buena parte de su vida, su corazón lo sabe, la posta se sigue transmitiendo en las ciudades a través de los murgueros, mascaritas a caballo en el campo, diablos en las montañas, comparsas en todo el país. Hoy la consigna es cultivar lo propio recuperar la memoria de las agrupaciones tradicionales y la de nuestros carnavales, los antecedentes remontan a un tiempo histórico importante. Mejor que una buena fotocopia es el original, y además Quién levantará los estandartes caídos? Quién cantará las voces de nuestras agrupaciones? si no nosotros Quién lo hará? recuperemos nuestras derrotas y logros. Que estos espacios se conviertan en usinas de creatividad, canto y poesía, ritmo y baile de lo propio. Signos que vienen gestándose en el mundo paralelo. En esos ríos subterráneos. Y suben cada tanto a la superficie y se hacen cuerpo y alma, desbordando.
En tiempos democráticos reconstruir la memoria es un camino, la historia sensible de nuestro pueblo, el respeto a los nuevos espacios. La cultura se hace de abajo hacia arriba, aunque los iluminados de turno piensen lo contrario. Ganar las calles, las voces, palabra y pensamiento, juntar la cabeza y el corazón. Y que los años venideros nos encuentren cultivando nuestra tierra. Está todo por hacerse. Viva la murga viva, viva.Ante la adversidad nuevos ríos alimentarán estos sueños y desbordarán cuando sea necesario.
DECRETO 21329
Derogación del Decreto 21.329 - Año 1976
Establecimiento de días feriados y no laborables en todo el territorio de la Nación.
Buenos Aires, 9 de junio de 1976.
En uso de las atribuciones conferidas por el artículo 5to del Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional, el presidente de la Nación Argentina SANCIONA Y PROMULGA CON FUERZA DE LEY:
Artículo 1ro.- Establécese como días feriados y no laborables en todo el territorio de la Nación los siguientes:
Feriados nacionales: 1ro. de enero, Viernes Santo, 1ro. de mayo, 25 de mayo, 20 de junio, 9 de julio, 17 de agosto, 25 de diciembre.
No laborables: Jueves Santo, 8 de diciembre.
Artículo 2do - Déjanse sin efecto las disposiciones de los estatutos profesionales o de las convenciones colectivas de trabajo por las que se instituyan otros feriados o días no laborables que los señalados en el
artículo 1ro., o que establezcan la obligación del pago de remuneraciones con motivo de determinadas celebraciones o festejos, cuando durante esos días no se presten servicios.
Art. 3ro. - Derógase el artículo 1ro. del decreto ley 2.446/56.
Art. 4to. - Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese.Videla Julio - Juan Bardi - Albano E. Harguindeguy
Texto Original del Decreto Ley 2.446/56
Régimen de feriados nacionales y no laborables.
Art. 1ro - Son días feriados nacionales los siguientes: 1ro. de mayo, 25 de mayo, 20 de junio, 9 de julio, 17 de agosto y 25 de diciembre.
Son días no laborables los siguientes: 1ro. de enero, 6 de enero, lunes y martes de Carnaval, jueves Santo, Viernes Santo, Corpus Christi, 15 de agosto, 1ro. de noviembre y 8 de diciembre.

2001. Una celebración para ponerse el antifaz. La Nación Turismo

LA NACIÓN
Turismo, Domingo 4 de febrero de 2001
Carnaval

Una celebración para ponerse el antifaz

Cuando llegan los días de carnaval, los disfraces ocultan las diferencias y la diversión ocupa el centro de la escena.
Cada año hay nuevos vestuarios, colores y música para revivir este ritual que se mantiene desde tiempos remotos. Es un período signado por la emoción popular.
(...) Un investigador
Coco Romero coordinador de Culturas populares del Centro Cultural Rojas, de esta capital, que también dicta talleres de murga, dedica su tiempo a la investigación de los carnavales del país y en el mundo.
“Es preciso situar estos festejos en el contexto de las celebraciones del cristianismo, porque su desaparición en el calendario provoca en el imaginario colectivo la pérdida de identidad. La gente no lo relaciona, pero este período esta invadido por las emociones: desde el nacimiento de Jesús hasta su muerte y resurrección”, explicó Romero. (...)
(...) Coco Romero destaca la autenticidad del carnaval porque es el gran teatro que realiza la gente, a diferencia de otro tipo de espectáculos. Es una válvula de escape en la que el pueblo parodia la realidad y rompe con lo cotidiano. También dice que uno de los elementos esenciales para llevarlo a cabo es el disfraz, que es parte de la génesis del carnaval. “Con el disfraz, uno deja de ser el mismo”.
Cada rincón del mundo lo festeja a su modo y, en algunos casos en distintas fechas. En el norte de la Argentina y en Bolivia, el carnaval está ligado a los pedidos que le hacen los habitantes a la naturaleza. En cambio, en la ciudad, el sentido es otro, deriva de las apropiaciones, como la murga en Buenos Aires, traída por inmigrantes.
“El carnaval es la fiesta de los sentidos. Es bailar, comer, cantar, tomar. Pero no sólo los cuerpos participan, también es la fiesta de los artesanos, de los que escriben y de los que sueñan”, cuenta Romero con poesía.

2004 Carnaval en el Rojas. 9ª Aniversario de "El Corsito". Idea y Dirección

Grabado de Dora Bianchi, 
Muestra de grabados Carnaval 2004 en el Rojas 
Programación completa 






1990 Los Caballeros del Caño. Teatro de la Campana.

Los Caballeros del Caño en una actuación con las murgas "Los Reyes del Movimiento" y "Los Fantoches de San Cristóbal, 1990 en el Teatro de La Campana


1990. Fiesta popular en la Boca. Vuelve el carnaval y nacen Los Quitapenas...



 Durante 1989 fui convocado por La Dirección de Acción Cultural a sumarme al equipo del Arquitecto Rimedio, para trabajar sobre la recuperación del Carnaval Porteño, durante dos años pudimos realizar entrevistas, reuniones con carnavaleros de La Boca y acciones . En forma personal pude crear junto a Enrique Breccia la historieta sobre el Carnaval porteño que se repartió en esa época. En los 90 realizamos actividades callejeras entre ellas La Fiesta Popular en Parque Lezama en febrero. El dibujo pertenece a Enrique Breccia y es un cuadro de la historieta.Las murgas llegaban desde distintos puntos. Terminado el Carnaval comienzo el taller de murga del Rojas al final del 90 nacen los Quitapenas...