Coco Romero
El jardinero del árbol del Carnaval
Compilado por Romero, Talleres de murga del Rojas, reúne testimonios que iluminan los procesos culturales en la pos dictadura. La murga es para el especialista “el ingreso a las bellas arte de nuestros sectores populares” Jorge DubattiUno de los períodos más fascinantes de la historia argentina, por los procesos culturales que en él se producen, es la llamada “pos dictadura”, es decir, los años que siguen inmediatamente la dictadura de 1976-1983. Es un momento de restallante alegría, de auténtica fiesta, pero también de dolorosa toma de conciencia y de duelo: se recupera felizmente la institucionalidad democrática, pero a la par se redescubre y redefine el país bajo las consecuencias de una dictadura aberrante que, asumiendo otras formas, se empeña en continuar velada o abiertamente, condicionando la democracia. Se comprende entonces que en la Argentina, después del quiebre insondable de la dictadura, ya nada podrá ser igual.
Recién en la posdictadura pudo dimensionarse el legado de horro que dejaba la dictadura militar, sumados los años del accionar de la Alianza Anticomunista Argentina Triple A entre 1973-1976: 30 mil desaparecidos, campos de concentración, tortura y asesinato, exilio, censura, terror, subjetividad hegemónica de derecha y complicidad civil. La posdictadura implicó mirar de frente el horror y contrarrestarlo, asumirlo a la vez como lo irreparable, como una continuidad repudiable y no deseada, como trauma. En algunos casos, la lucha prometía frutos compensatorios, en otros, el duelo se sabía imposible.
Pronto, el arte se manifestó como una de las herramientas más poderosas de la post dictadura para reconstituir el tejido social, construir memoria, llevar adelante los juicios, denunciar la remanencia de las estructuras dictatoriales e ir produciendo nuevas formas de subjetividad, resistencia y resiliencia. En ese contexto proliferaron con éxito diferentes iniciativas: el teatro comunitario, el teatro callejero, la narración oral, el clown, la danza, las performances de todo tipo, el trabajo grupal y los innumerables espacios del Plan Cultural en Barrios, y especialmente una forma de expresión popular, la murga, corazón del Carnaval recuperado por la democracia, que pronto rebasó los días específicos de festividad para transformarse en una práctica de todo el año. Entre otros agentes culturales, una institución y un artista fueron protagónicos en el desarrollo de esos procesos: el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas (fundado en 1984 por la Universidad de Buenos Aires) y Coco Romero, uno de los hombres que más sabe de Carnaval en el mundo hispánico, como practicante y como teórico. Así lo registra el flamante volumen de entrevistas Talleres de murga del Rojas. El árbol genealógico (Libros del Rojas), donde ofrecen su palabra los murgueros que participaron de los talleres del Rojas entre l989 y 2003. Sus testimonios son invalorables para comprender los nuevos procesos culturales en materia de identidad, integración social, vínculos con el pasado, terapéutica sanadora y múltiples dimensiones de la corporalidad.
Romero define la murga como “el ingreso a las bellas artes de nuestros sectores populares”, y explica en este libro el espíritu que animaba aquellos talleres que le dieron a la murga un marco institucional, de aprendizaje y transmisión sistemáticos, abiertos en 1988 y sostenidos hasta hoy, durante 25 años "La idea era generar entre los asistentes entusiasmo por lo que nos era propio, indagación en la fiesta milenaria que atraviesa nuestra breve historia, que se sumerge en la tradición de las agrupaciones del Carnaval porteño.
Del mismo modo, valorar a la guardia vieja murguera y a todos los artistas carnavaleros que dieron lo mejor de sí durante más de un siglo”, afirma en las primeras páginas.
Ciertamente esos 25 años de trabajo han tenido estimables consecuencias, como las que señalan los entrevistados, en el libro. Del Rojas salieron numerosas murgas: “Los Quitapenas”, “Los Traficantes de Matracas” , “Gambeteando el Empedrado”, “Los Acalambrados de las Patas”, “Envasados en Origen”, “Tirados a la Marchanta”, “De Paso Cañazo” “Viva la Pepa”, entre otras.
El Rojas comenzó a publicar en 1995 el periódico El Corsito, que ya va por el número 42. La buena cosecha está a la vista. La cultura de la murga y el Carnaval se ha afianzado en la Argentina a tal punto que desde 2011 se restituyó a las fiestas el feriado en el calendario oficial.
En la tapa del libro se observa un hermoso dibujo de un árbol de firme tronco negro y gruesas ramas, cuyo extendido follaje está hecho de papel picado y serpentinas de todos los colores.
El subtítulo juega con la idea del “árbol genealógico” y Coco Romero explica que Talleres de murga del Rojas es un libro árbol” porque en estos espacios institucionales el Carnaval y la murga han fortalecido sus raíces y sus copa y las ramas siguen extendiéndose. Los jardineros del árbol frondoso han sido, junto a Romero, “cientos de jóvenes y adultos que pasaron por las talleres del Rojas llevando la idea de la que se apropiaron y que compartieron de acuerdo con su buen saber y entender”. Es el mismo símbolo del árbol del que se vale Ricardo Rojas en Eurindia (1924), cuando propone la teoría de su nacionalismo democrático según la que "las nacionalidades son entidades súper orgánicas semejantes, en su misterio de vida, a lo que son los árboles la civilización humana, en su conjunto, una selva”.
Entre los 25 entrevistados están Ricardo Santillán Güemes, Luciana Vainer, Cristina Arraga, Teté Aguirre, Leandro Otero, Ana Geréz, Jorge Seoane, Marcelo Tomé. El libro incluye además un artículo de Alicia Martin, historiadora del Carnaval de la UBA, quien ubica la experiencia de los talleres de murga del Rojas en el contexto del movimiento de revalorización del Carnaval en los primeros años de la pos dictadura. Se suma un importante dossier de fotos color. Varios de los capítulos se abre además con un dibujo murguero de César Domínguez, Martín Di Nápoli, Cristina Arraga o Marcelo Tomé.
Talleres de murga del Rojas es un libro insoslayable para comprender la cultura argentina del presente y del pasado inmediato. Amplía y enriquece las perspectivas de un libro anterior de Coco Romero: La murga porteña. Historia de un viaje colectivo (2006), que no por nada se cierra con un "Continuará…”
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