Turismo, Domingo 4 de febrero de 2001
Carnaval
Una celebración para ponerse el antifaz
Cuando llegan los días de carnaval, los disfraces ocultan las diferencias y la diversión ocupa el centro de la escena.
Cada año hay nuevos vestuarios, colores y música para revivir este ritual que se mantiene desde tiempos remotos. Es un período signado por la emoción popular.
(...) Un investigador
Coco Romero coordinador de Culturas populares del Centro Cultural Rojas, de esta capital, que también dicta talleres de murga, dedica su tiempo a la investigación de los carnavales del país y en el mundo.
“Es preciso situar estos festejos en el contexto de las celebraciones del cristianismo, porque su desaparición en el calendario provoca en el imaginario colectivo la pérdida de identidad. La gente no lo relaciona, pero este período esta invadido por las emociones: desde el nacimiento de Jesús hasta su muerte y resurrección”, explicó Romero. (...)
(...) Coco Romero destaca la autenticidad del carnaval porque es el gran teatro que realiza la gente, a diferencia de otro tipo de espectáculos. Es una válvula de escape en la que el pueblo parodia la realidad y rompe con lo cotidiano. También dice que uno de los elementos esenciales para llevarlo a cabo es el disfraz, que es parte de la génesis del carnaval. “Con el disfraz, uno deja de ser el mismo”.
Cada rincón del mundo lo festeja a su modo y, en algunos casos en distintas fechas. En el norte de la Argentina y en Bolivia, el carnaval está ligado a los pedidos que le hacen los habitantes a la naturaleza. En cambio, en la ciudad, el sentido es otro, deriva de las apropiaciones, como la murga en Buenos Aires, traída por inmigrantes.
“El carnaval es la fiesta de los sentidos. Es bailar, comer, cantar, tomar. Pero no sólo los cuerpos participan, también es la fiesta de los artesanos, de los que escriben y de los que sueñan”, cuenta Romero con poesía.
Cada año hay nuevos vestuarios, colores y música para revivir este ritual que se mantiene desde tiempos remotos. Es un período signado por la emoción popular.
(...) Un investigador
Coco Romero coordinador de Culturas populares del Centro Cultural Rojas, de esta capital, que también dicta talleres de murga, dedica su tiempo a la investigación de los carnavales del país y en el mundo.
“Es preciso situar estos festejos en el contexto de las celebraciones del cristianismo, porque su desaparición en el calendario provoca en el imaginario colectivo la pérdida de identidad. La gente no lo relaciona, pero este período esta invadido por las emociones: desde el nacimiento de Jesús hasta su muerte y resurrección”, explicó Romero. (...)
(...) Coco Romero destaca la autenticidad del carnaval porque es el gran teatro que realiza la gente, a diferencia de otro tipo de espectáculos. Es una válvula de escape en la que el pueblo parodia la realidad y rompe con lo cotidiano. También dice que uno de los elementos esenciales para llevarlo a cabo es el disfraz, que es parte de la génesis del carnaval. “Con el disfraz, uno deja de ser el mismo”.
Cada rincón del mundo lo festeja a su modo y, en algunos casos en distintas fechas. En el norte de la Argentina y en Bolivia, el carnaval está ligado a los pedidos que le hacen los habitantes a la naturaleza. En cambio, en la ciudad, el sentido es otro, deriva de las apropiaciones, como la murga en Buenos Aires, traída por inmigrantes.
“El carnaval es la fiesta de los sentidos. Es bailar, comer, cantar, tomar. Pero no sólo los cuerpos participan, también es la fiesta de los artesanos, de los que escriben y de los que sueñan”, cuenta Romero con poesía.
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