Domingo 13 de mayo de 2007
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Poemas en nombre de Javier
El Teatro Estable de Títeres estrena la obra “El gallo Pinto”, sobre poesías de Javier Villafañe. La cita es esta tarde a la 17 en la sala mayor del Real.
Beatriz Molinari
De nuestra Redacción
bmolinari@lavozdelinterior.com.ar
Si a alguien le cabe con justicia el título de maestro, es a Javier Villafañe (24 de junio de 1909-1° de abril de 1996), el genial titiritero que dejó entre sus obras, El gallo Pinto. Para esa serie de nueve poemas, Coco Romero pensó la música y el titiritero y director Rafael Curci imaginó una puesta con títeres de mesa. El Teatro Estable de Títeres estrena la obra esta tarde a las 17 en la sala mayor del Teatro Real (San Jerónimo 66).
Curci conoció a Villafañe en 1986 en el San Martín de Buenos Aires. El director uruguayo (porteño por adopción) formó parte del Grupo de Titiriteros del Teatro General San Martín hasta 2005. “Durante dos años me transmitió su experiencia; cuando empecé a escribir mis primeras obras, Javier me guió en la escritura. Preparé una antología que presentamos con Bufano en la Feria del Libro de Buenos Aires hace tiempo y me quedé con la idea de hacer una obra de Javier, pero quería que fuera alguna de las obras menos representadas”, comenta Curci.
Mientras tanto, Coco Romero, investigador de murga, compuso los temas de los nueve poemas. Curci se asoció a Romero y cuando el Teatro Real le propuso trabajar con el Teatro Estable, planteó El gallo Pinto como un homenaje al maestro y un regreso sencillo a la poesía para los niños.
“Este es un encuentro que, además, promueve la descentralización, para que no se presenten las obras sólo en la capital. En El gallo Pinto confluyen tres vertientes: poesía, música, con el lirismo de Coco y los títeres. Yo soy el gran catalizador; mi trabajo conecta las vertientes”, explica el director. la obra está planteada con títeres de mesa, con los manipuladores a la vista, vestidos con mameluco, a la manera de Javier.
La novedad es que los personajes no hablan. Las poesías aparecen en la banda sonora. “Es un trabajo plástico muy delicado. Sólo organicé los poemas con un hilo conductor: desde el canto del gallo, hasta la noche. La obra escapa a las puestas habituales. Los títeres realizan acciones sin hablar. La puesta es sencilla, pero pretendemos que los chicos se queden en la butaca, quietos y escuchando; que miren y atiendan. Que retomen la oralidad como la recibíamos nosotros. Estoy en desacuerdo con los espectáculos de música ramplona, colorinche, con actores hablando con voz gangosa. El chico, cuando escucha, se vuelve tolerante, más paciente, y aprende otros tiempos”, concluye el director invitado por el Teatro Estable de Títeres.
Los muñecos y los otros, una combinación mágica para los niños. Foto: José Gabriel Hernández
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