Coco Romero se anotó un claro acierto con la edición de un disco con poemas que musicalizó del insigne titiritero Javier Villafañe, quien falleció en 1996, nacido hace exactamente cien años. Utilizo su bagaje musical, murga incluida (genero del cual es referente tanto por su tarea de investigación como por sus concreciones musicales desde los albores de lo que luego sería el renacimiento murguero), su inalterable melancolía y su estilo directo y llano. Para terminar, ofreciendo una alternativa altamente valida dentro de la hoy profusa oferta de canciones para chicos. Romero traza un paralelo entre las Murgas – agrupaciones que ofrecen su arte de barrio en barrio- y el trabajo itinerante de Villafañe, tal como termina explicitando el último tema del álbum. La Murga de Javier, el único tema con letra de Coco. Pero no es un disco hegemonizado por los ritmos de murga sino una placa que utiliza diferentes aires – brasileños, candomberos, milongueros, de valses, de chacareras - para encontrarle, en cada caso el adecuado sostén a los versos de Villafañe. la placa se titula EL GALLO PINTO, igual que el libro del titiritero que Coco Romero encontró en una librería de viejo en su edición de 1947. El cantor que años atrás en su corto trabajo con los títeres ya había musicalizado texto de Javier Villafañe hizo lo propio con otros poemas que fue mostrando ante el público infantil antes de la grabación. Finalmente, decidió reunir en un disco las canciones de aquel libro en una grabación, con producción artística compartida con el músico José Ríos, de atractivos arreglos y coros atildados. La placa - con clima de aquellos pueblos de campaña que transitaba el titiritero y espíritu murguero y popular – alcanza buenos resultados en temas como Canción de los tres hermanos, Canción de los leñadores o en el bonus La Murga de Javier. Y, en general, responde a la intención de Romero de no solo rescatar parte de la obra de Villafañe sino también de acercarles a los pibes la oportunidad de la poesía.
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