miércoles, 21 de octubre de 2020

2014. Los sectores populares son protagonistas del carnaval argentino, Diario El Popular

2 de Marzo de 2014
EDICIÓN IMPRESA // LA CIUDAD
Un festejo que se multiplica

Los sectores populares son protagonistas del carnaval argentino

En estos días los festejos de carnaval llenan de color cada rincón del país, algunos más en solitario y otros acompañados por los gobiernos municipales. En la Pampa Húmeda la tradición es más bien de origen africano y el Noroeste viene de una raíz prehispánica y celebra los frutos de la tierra.

Celebración de sectores populares, instancia de liberación y rebelión de cuerpos, expresión emergente de identidades y tradiciones locales, el carnaval se hace camino en el tiempo y sigue desangrando con todo su esplendor de arte, risa y alegría las calles del país, en los feriados nacionales que se festejan por estos días en más de 400 municipios y provincias argentinas.

El carnaval -de adiós a la carne- tiene una larga historia de resignificación que no pierde su esencia: el ser una fiesta popular. Sus antecedentes se remontan a la Grecia y Roma pagana, aunque es recién en la Edad Media europea que aparece su nombre como tal, cuando la Iglesia Católica lo integra a las celebraciones litúrgicas, dotándole su significado en referencia a lo que después de 40 días será la cuaresma. De ahí, que sea una fecha móvil.

Y en América este rito de muerte y resurrección llega de la mano de la conquista europea. "En los territorios de tradición grecolatina se asimila a los calendarios rituales que ya había y eso sucede porque es un tipo de celebración que festeja la renovación de la vida", explica en diálogo con Télam Alicia Martín, antropóloga del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

En el caso de la Argentina, hay crónicas de la época colonial que esbozan el carnaval en esa época; su persistencia en el tiempo lejos está de ser una imposición del aquel legado, sino que es el pueblo quien lo mantiene vivo. "El carnaval ha sido acorralado y mal visto por los sectores dirigentes y solamente mantenido por los populares, aquellos que por lo general no tienen otra forma de expresarse ni divertirse", señala Martín.

Aunque en 1976 la última dictadura cívico militar anuló los feriados de carnaval y recién en 2011 fueron reincorporados por decreto presidencial, no pudieron callar la celebración a pesar de lo reiterados intentos de silencio. Y eso, destaca, es porque en "cada barrio quedaba siempre algún grupo de muchachos alegres, de jóvenes soñadores que mantenían viva la llama insolente y desafiante y la rebelión de los cuerpos". De ahí su carácter popular y de libre expresión.

"Ya en el siglo XIX, que es la máxima expresión del racionalismo burgués moderno, todo aquello que no encuadre en las reglas de su lógica utilitarista carece de sentido. Entonces una fiesta que es simple despilfarro es solamente una exaltación de los sentidos, excederse en las comidas, bebidas, en los énfasis corporales, las danzas, en lo sexual, no tiene sentido", historiza la antropóloga.

Siempre en tensión con los sectores hegemónicos y en la búsqueda permanente de acercarse al espacio público como punto de encuentro, el carnaval no perdió su razón, "la de ser una instancia de liberación, a través, como dice el teórico Mijaíl Bajtin, de la mascarada, de la risa, del juego de identidades que la gente no juega en la cotidianidad", explica la investigadora.

En estos días los festejos de carnaval llenan de color cada rincón del país, algunos más en solitario y otros acompañados por los gobiernos municipales. Lugares como Corrientes con su espectacular despliegue de desfiles y comparsas nunca perdieron su magia carnavalesca. "Es la única sociedad en donde la fiesta sigue siendo una ocupación de toda la ciudad durante dos o tres meses", puntualiza. Pero, por ejemplo, hoy Buenos Aires, sus corsos y murgas dan pelea continua a hacerse lugar.

"Las agrupaciones buscan que los barrios vuelvan a tener su propia vida, poder festejar en la calle y no en un pequeño lugar centralizado. Hay mas de 40 corsos, eso implica que hay 40 cuadras donde la gente puede caminar, pasear, comerse un choripán y que los vecinos se encuentren, se sientan parte. Y eso, con todo centralizado no pasa".

El carnaval nacional no es uno, son muchos, múltiples y heterogéneos. Sus características -algunos con carrozas, otros a pie, con vestuarios extravagantes o elementos regionales, en corsódromos, en calles o en clubes- responden "al emergente de la sociedad local, de manera que tiene que ver con cómo se ve la sociedad o cómo vive su vida", explica la investigadora.

Por ejemplo, en la Pampa Húmeda la tradición es más bien de origen africano; el Noroeste viene de una raíz prehispánica y celebra los frutos de la tierra; en Lincoln, provincia de Buenos Aires, se suceden un sinfin de recursos técnicos y teatrales con sus conocidos muñecos "cabezudos", mientras que en Gualeguaychú se ofrece una puesta en escena de comparsas y móviles con imponentes disfraces.

Coco Romero, histórico murguero porteño, investigador y director de la revista El Corsito, arguye que "el carnaval es el ingreso a las bellas artes de nuestros sectores populares". En este sentido, advierte en la responsabilidad de la murga: "Confluyen disciplinas artísticas y el buen manejo de ellas puede llenar un espacio de expresión muy importante para este pueblo".

"En cualquier carnaval, un niño puede divertirse y hacer una canción y estar haciendo un ingreso a la palabra. La murga no viene como un asistencialismo para tomar la leche, la murga es eso y algo más, es que las personas crezcan, que puedan leer la realidad y eso es formarse para ser un buen ciudadano", opina.

Cada carnaval es diferente. En el mundo, en América Latina (Río de Janeiro, en Brasil, o Montevideo, en Uruguay) y en la Argentina también. Son los sectores populares los que aseguran su continuidad. El pueblo sabe y, como dice Martín, "un pueblo que festeja y ríe posiblemente sea más feliz para vivir". Y Romero redobla: "un pueblo que se afina una vez no puede desafinarse nunca más".

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