Comentario de Mariano del Mazo
Revista digital MARIMBA 4 Pág.27
Coco Romero
Carta de Momo
Independiente
La música carnavalera suele ser, como pocos subgéneros del arte popular, un conglomerado de lugares comunes. Cuesta correrse de las imágenes fatigadas del desenfreno, la levedad y el juego de las máscaras. Hay ejemplos notables que enaltecen la temática: de Siga el corso (Aieta- García Jiménez) a Viejas promesas (Peteco Carabajal), de Noite dos mascarados (Buarque) a Colombina (Ross), la canción que resiste más allá de febrero no solo es posible, sino que aparece como un desafío. Coco Romero es uno de los más rigurosos y pasionales investigadores del Carnaval y confluyen en el afán divulgador una tenaz tarea pedagógica con su factura de compositor y cantante, que asomó hace más de treinta años con el grupo La Fuente. Esta Carta de Momo no se corre un milímetro de la seriedad con que encara sus trabajos. Soslaya cualquier grieta entre murga intelectual y callejera, maneja los aspectos tímbricos con una libertad total (utiliza desde gaitas hasta pobladas sesiones de vientos), se rodea de poetas como Rubén Espiño y Raimundo Rosales y rescata unas críticas de Roberto Santoro de una vigencia preocupante. Coco Romero mira la vida desde la melancólica estela que deja la murga al irse. Llena ese silencio con buenas canciones, bien cantadas. Destacan las armonías vocales del motivo popular Sacacorcho y un sensible homenaje a Pantera, el mejor bailarín de murga que vieron las calles de Saavedra: una leyenda barrial a la altura de Julio Cozzi. M. del M.
Coco Romero
Carta de Momo
Independiente
La música carnavalera suele ser, como pocos subgéneros del arte popular, un conglomerado de lugares comunes. Cuesta correrse de las imágenes fatigadas del desenfreno, la levedad y el juego de las máscaras. Hay ejemplos notables que enaltecen la temática: de Siga el corso (Aieta- García Jiménez) a Viejas promesas (Peteco Carabajal), de Noite dos mascarados (Buarque) a Colombina (Ross), la canción que resiste más allá de febrero no solo es posible, sino que aparece como un desafío. Coco Romero es uno de los más rigurosos y pasionales investigadores del Carnaval y confluyen en el afán divulgador una tenaz tarea pedagógica con su factura de compositor y cantante, que asomó hace más de treinta años con el grupo La Fuente. Esta Carta de Momo no se corre un milímetro de la seriedad con que encara sus trabajos. Soslaya cualquier grieta entre murga intelectual y callejera, maneja los aspectos tímbricos con una libertad total (utiliza desde gaitas hasta pobladas sesiones de vientos), se rodea de poetas como Rubén Espiño y Raimundo Rosales y rescata unas críticas de Roberto Santoro de una vigencia preocupante. Coco Romero mira la vida desde la melancólica estela que deja la murga al irse. Llena ese silencio con buenas canciones, bien cantadas. Destacan las armonías vocales del motivo popular Sacacorcho y un sensible homenaje a Pantera, el mejor bailarín de murga que vieron las calles de Saavedra: una leyenda barrial a la altura de Julio Cozzi. M. del M.
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