2004
Diarío Clarín: 14 /02
Coco Romero: por la militancia murguera
Pablo Schanton
El forzudo, el que se comía 40 huevos, el que se doblaba una barra de hierro en el pescuezo, el faquir, el oso Carolina y su amaestrador. Todos, bajo una nieve opaca de papel picado mientras se oía la voz mal amplificada de un animador. Aquellos eran los vecinos del “Murgologo” Coco Romero (Salta,1955). Pero en aquellas noches estivales de la década del 60, estaban poseídos por Rey Momo y así desfilaban como parte del corso de Belgrano R. Coco recuerda: “cuando era pibe, el carnaval era como una ensoñación que pasaba en el barrio. Hasta el 70 la murga era una diversión masculina para jóvenes, un espacio que no era apto para toda la familia: los muchachos no llevaban a su hermana por el tono picante que tenían los cánticos. La murga que se ve hoy, la que incorporó a las mujeres y a la familia, es hija de la democracia”. Investigador. docente y músico autodidacta, Romero coordina el área “Circo, murga y carnaval” del Centro Cultural Rojas desde hace 18 años. Por su iniciativa, entre el 16 y 28 de este mes, se desplegó en el centro una serie de seminarios, muestras y espectáculos relacionados con el carnaval. desde 1995, tiene a su cargo una revista gratuita de divulgación carnavalesca, El Corsito, además de su propia murga, La Matraca, con la cual acaba de editar un contagioso compacto de nombre “Pacha Momo”. Durante la dictadura formó un mítico grupo de folklore rock, La Fuente, cuyos seguidores, bautizados los Fuenteanos, formaban una murga al final de cada concierto. Diciembre 1994 marca otro hito en su carrera: fue telonero de la banda Divididos dándole al bombo en la murga sácate el almidón. “Como generación estamos tendiendo puentes con la tradición recreando el repertorio del viejo carnaval”, explica.” Me habría encantado que otros lo hubieran hecho hace 30 años, pero la sociedad argentina no tiene constancia, creció a palos de dictadores. Que hoy haya un boom de murgas demuestra qué es un folclore que estaba latente en los barrios. El rock y Jaime Roos permitieron la difusión masiva. A un videoclip de los Auténticos Decadentes, o El mal bicho de los Cadillacs, lo ve un chico de Salta y otro de la Patagonia y aprenden a fusionar rock con murga. Todos los centros urbanos en Argentina tienen murgas ahora, así que es el idioma de la música popular que se habla en todo el país”. Para Romero la relación de las murgas y la política hoy tienen más que ver con la recuperación de la alegría y el feriado del carnaval. “El bombo se democratizo, pero en los 60 yo veía murgas en la federación de box como parte de un mitin de izquierda. Ya no. Incluso el cacerolazo del 2001 tiene la estructura de una murga primitiva”, reflexiona. Opina que ya las murgas son un fenómeno para teatral más allá del carnaval. Pero su deseo es que esta fiesta recupere su brío."Vas a un corso en Buenos Aires y ves 10 murga, pero con murgas sola no se hace un carnaval. Falta que se integre clowns, malabarista, carrozas. La ciudad se merece una fiesta mejor, como las de mi infancia", concluye.
Diarío Clarín: 14 /02
Coco Romero: por la militancia murguera
Pablo Schanton
El forzudo, el que se comía 40 huevos, el que se doblaba una barra de hierro en el pescuezo, el faquir, el oso Carolina y su amaestrador. Todos, bajo una nieve opaca de papel picado mientras se oía la voz mal amplificada de un animador. Aquellos eran los vecinos del “Murgologo” Coco Romero (Salta,1955). Pero en aquellas noches estivales de la década del 60, estaban poseídos por Rey Momo y así desfilaban como parte del corso de Belgrano R. Coco recuerda: “cuando era pibe, el carnaval era como una ensoñación que pasaba en el barrio. Hasta el 70 la murga era una diversión masculina para jóvenes, un espacio que no era apto para toda la familia: los muchachos no llevaban a su hermana por el tono picante que tenían los cánticos. La murga que se ve hoy, la que incorporó a las mujeres y a la familia, es hija de la democracia”. Investigador. docente y músico autodidacta, Romero coordina el área “Circo, murga y carnaval” del Centro Cultural Rojas desde hace 18 años. Por su iniciativa, entre el 16 y 28 de este mes, se desplegó en el centro una serie de seminarios, muestras y espectáculos relacionados con el carnaval. desde 1995, tiene a su cargo una revista gratuita de divulgación carnavalesca, El Corsito, además de su propia murga, La Matraca, con la cual acaba de editar un contagioso compacto de nombre “Pacha Momo”. Durante la dictadura formó un mítico grupo de folklore rock, La Fuente, cuyos seguidores, bautizados los Fuenteanos, formaban una murga al final de cada concierto. Diciembre 1994 marca otro hito en su carrera: fue telonero de la banda Divididos dándole al bombo en la murga sácate el almidón. “Como generación estamos tendiendo puentes con la tradición recreando el repertorio del viejo carnaval”, explica.” Me habría encantado que otros lo hubieran hecho hace 30 años, pero la sociedad argentina no tiene constancia, creció a palos de dictadores. Que hoy haya un boom de murgas demuestra qué es un folclore que estaba latente en los barrios. El rock y Jaime Roos permitieron la difusión masiva. A un videoclip de los Auténticos Decadentes, o El mal bicho de los Cadillacs, lo ve un chico de Salta y otro de la Patagonia y aprenden a fusionar rock con murga. Todos los centros urbanos en Argentina tienen murgas ahora, así que es el idioma de la música popular que se habla en todo el país”. Para Romero la relación de las murgas y la política hoy tienen más que ver con la recuperación de la alegría y el feriado del carnaval. “El bombo se democratizo, pero en los 60 yo veía murgas en la federación de box como parte de un mitin de izquierda. Ya no. Incluso el cacerolazo del 2001 tiene la estructura de una murga primitiva”, reflexiona. Opina que ya las murgas son un fenómeno para teatral más allá del carnaval. Pero su deseo es que esta fiesta recupere su brío."Vas a un corso en Buenos Aires y ves 10 murga, pero con murgas sola no se hace un carnaval. Falta que se integre clowns, malabarista, carrozas. La ciudad se merece una fiesta mejor, como las de mi infancia", concluye.
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